La provincia de Imbabura, ubicada en el norte de Ecuador, tiene muchos motivos para alardear. No solo por la belleza de sus paisajes, acicalados con lagos y montañas, por lo que fue reconocida como Geoparque Mundial de la Unesco. La combinación de culturas, en la que resalta la indígena, afro y mestiza. Multiplicidad de climas. Y, su amplia biodiversidad. No, solo eso.
La gastronomía es un renglón aparte. Y, dentro de este conjunto de técnicas y saberes está el helado y la amplia variedad de estos delicados y refrescantes postres, que también le dan fama a la ‘Provincia de los Lagos’.
El helado de paila es el rey de Ibarra
Por historia y tradición, el helado de paila es uno de los manjares preferidos de Ibarra, capital de Imbabura. En la ‘Ciudad Blanca’ (desganada así por el color de las fachadas antiguas de la urbe) hay una docena de locales que continúan elaborando de manera artesanal este postre.
La tradición dicta que se coloque el jugo fresco de fruta en las pailas de bronce. Los brillantes envases reposan en nidos de paja, que contienen fragmentos de hielo y sal en grano. Ahí los heladeros giran con fuerza la paila hasta lograr que el juego se congele. Luego recogen el producto con cucharas de madera. Los helados listos para degustar se guardan en los congeladores, en espera de los golosos.
Los locales en donde se ofrece helados de paila son como las ramas de un frondoso árbol que nació a partir de un emprendimiento que inició, en 1896, Rosalía Suárez. El nombre de la ibarreña, que utilizaba hielo del volcán Imbabura antes que se inventen los congeladores, es ahora una leyenda. Pero, también una marca que continúa enamorando a los turistas que visitan Ibarra.
Una de las heladerías tradicionales es La Bermejita. Rubí Paredes, que asegura ser bisnieta de Rosalía Suárez por parte de madre, ofrece 12 sabores. Los tradicionales son los de mora y guanábana, comenta. El helado de cono cuesta USD 0,75.
Caranqui, San Antonio y Atuntaqui ofrece el helado de crema
El helado de crema va acompañado de pan de leche. Esa costumbre se ha vuelto una norma en la parroquia de Caranqui, ubicada en el sur de Ibarra. En torno al Parque Central de esta localidad hay una veintena de locales que ofrecen el refrescante bocadillo y el pan caliente.
La crema de leche y el juego fruta, que son los elementos principales, se mezclan con movimientos suaves y envolventes. Luego se congela por unos minutos y se vuelva a batir hasta lograr una mezcla que se torna cremosa. Finalmente, vuelven al congelador en espera de que los admiradores de esta variedad lleguen sedientos.
Pero, los helados de crema también se pueden saborear en Atuntaqui, en el cantón Antonio Ante, y en San Antonio de Ibarra. En esta última localidad se ofrece acompañado de los rosquetes, mojicones, panuchas y suspiros.
La heladería M & N es una de las más visitadas de Caranqui. Su propietaria, Pilar Delgado explica que la innovación de sabores es una de las estrategias que han aplicado para atraer a los visitantes. Las novedades son los helados de queso con maracuyá, queso con mora y queso con durazno, que se han unido a una lista de 12 sabores que había anteriormente. El helado cuesta USD 0,50 y el pan 0,60.
Los helados con poca azúcar están en Andrade Marín
¿A quién se le ocurre hacer helados que no sean tan dulces? A los propietarios de DaJú Paletas. Se trata de un emprendimiento familiar que lo iniciaron los niños Dana Ruíz y Julián Lomas, hace un año en Andrade Marín, cantón Antonio Ante. Ahora participan también sus padres.
Rubí Cortéz y su hija Dana Ruíz muestran los helados que ofrecen en su local llamado DaJú Paletas, que está ubicado en Andrade Marín, en el cantón Antonio Ante. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO
La marca de los helados proviene de las dos primeras letras de los nombres de los pequeños. Y, los bocadillos, con poco o nada de endulzantes, son una versión dirigida a las personas con diabetes.
Pero, no son los únicos. También hay helados tradicionales, de jugo de fruta congelado, con sabor a mora, guanábana, naranjilla y ron pasas, entre otros. Además, se ofrece los helados Premium, que tienen rellenos con nutella, manjar, moca, oreo, chocolate con fresa…
Hay mantecados de mora y coco y de coco con maracuyá. Para quienes no les agrada la lactosa tienen variedad de frutales como fresa, tamarindo, mango, limón.
Rubí Cortéz, madre de Dana Ruíz, explica que constantemente están innovando, pensando en las necesidades de los diferentes clientes. Ahora, por ejemplo, adquirieron una máquina para ofrecer helados de crema en cono. Está dirigido para las personas que no pueden morder los helados de hielo. El helado tradicional vale USD 0,75 y premium, 1,25.
Los helados de sabores exóticos están en San José de Quichinche
La lista es larga y curiosa. Hay helados de morocho, yuca, chocho, queso, alfalfa, cerveza, arroz con leche… “Siempre buscamos innovar para no aburrir a nuestros clientes”. Así explica Blanca Erazo, propietaria de la heladería Un Rinconcito de Quichinche, ubicada en esta parroquia de Otavalo.
De lunes a viernes, esta emprendedora junto a su esposo y sus dos hijos se dedican a producir helados para recibir a un ejército de sedientos visitantes, que llegan, especialmente, los fines de semana. La costumbre local es degustar un helado junto a un pan de maíz.
Hay sabores tradicionales como los de mora, guanábana, fresa, maracuyá, chocolate y leche, entre otros. Pero, los que más llaman la atención son los exóticos. Entre ellos está el mantecado de mango con picante, maní, remolacha, capulí… Cada semana se incluye una nueva y curiosa opción. La última es el helado de canguil.
Blanca Erazo, que lleva 30 años elaborando estos postres como negocios, explica que hay sabores que tienen más demanda que otros. En su local además se produce halados para persona que sufren diabetes. El helado cuesta entre USD 0,71 y 1.