Cada 1 de junio, Ecuador conmemora el Día del Niño. En medio de esta fecha, marcada por celebraciones y gestos simbólicos, también surge una pregunta clave: ¿realmente permitimos que los niños sean niños?
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¿Por qué se celebra el Día del Niño en Ecuador?
Según el Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de 2022, en el país viven 3 344 947 niños menores de 12 años. De ese total, 1 708 381 son varones y 1 636 566 son niñas, lo que representa el 19,75 % de la población nacional.
Para el psicólogo clínico Martín Negrete, permitir que los niños vivan su infancia con libertad, error, juego y acompañamiento sigue siendo un reto. Alcanzarlo requiere revisar de forma crítica el rol que cumplen padres y cuidadores.
La historia de esta fecha se remonta a 1925, cuando se celebró la Conferencia Mundial para el Bienestar Infantil en Ginebra.
En 1954, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó a cada país escoger una fecha para conmemorar los derechos de los niños. Ecuador adoptó el 1 de junio, en línea con la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño.
De la crianza autoritaria a la permisiva de los niños en Ecuador
Negrete ubica el punto de partida en los modelos de crianza en Ecuador. “Durante el siglo XX, predominaba un enfoque autoritario: se obedecía sin cuestionar, no había espacios para el diálogo ni la negociación“, detalla.
En el siglo XXI, el péndulo giró hacia lo permisivo. Hoy muchos padres priorizan la comprensión, el acompañamiento y la escucha, pero a veces en exceso. “El problema es que la permisividad sin límites abre una brecha: los niños no exploran, no se frustran, no se aburren. Todo está servido y eso los vuelve vulnerables”, explica.
Un ejemplo que cita el experto es la bicicleta: antes, los niños se caían, aprendían. Hoy, los padres los sostienen para evitar el golpe. Esa sobreprotección impide que el niño comprenda el error, gestione la frustración y desarrolle tolerancia a la frustración. “Los niños necesitan ensuciarse, caerse, equivocarse y también saber que pueden mejorar”, insiste.
La tecnología, una herramienta que también exige acompañamiento
Uno de los grandes dilemas actuales es la tecnología. Negrete reconoce que es imposible alejar a los niños de este entorno: “los niños ya nacen con la tecnología. La clave no está en negarla, sino en acompañarla y regularla”.
Sostiene que muchos padres se sienten rebasados por el dominio digital de sus hijos, y prefieren apartarse. En lugar de eso, propone involucrarse: “Pídeles que te enseñen, juega con ellos. Entra en su mundo. Eso genera confianza y también te permite guiar”. Esa cercanía puede ayudar a prevenir riesgos como el acceso a contenido no apto o los peligros de las redes sociales.
El psicólogo también destaca la importancia de establecer horarios estratégicos para el uso de tecnología y fomentar el juego analógico: volver al parque, compartir tiempo, aburrirse, crear.
La saturación de actividades y la niñez planificada
Otro fenómeno común es la sobrecarga de actividades. Negrete alerta que muchos niños pasan sus días entre clases de inglés, música, teatro, deportes, con poco o nulo espacio para el juego libre. “Menos es más. Los padres quieren que sus hijos sean exitosos y felices, pero sin darse cuenta los saturan. Hay que escuchar lo que les gusta y acompañar desde ahí”.
Contó el caso de un paciente niño diagnosticado con varios trastornos. Al intervenir con los padres, descubrió que el problema no estaba en el niño, sino en la incomprensión adulta de su forma de ser. “Cuando los padres empezaron a jugar con él, a acompañarlo en su lógica, todo cambió”.
Ser niño hoy: retos invisibles pero urgentes
La infancia actual enfrenta retos que antes no existían: hiperconectividad, sobreestimulación, falta de socialización física, acceso temprano a contenidos sexuales. “Hoy los niños ven contenido para adultos desde los nueve años, tienen redes desde muy pequeños y están expuestos a riesgos que antes no conocíamos”, lamenta Negrete.
Esto no significa volver al pasado, sino acompañar de forma crítica y activa. El especialista destaca que el vínculo familiar es la base: “Un niño que tiene tiempo con sus padres, que es escuchado, que puede expresarse sin miedo, que es retado con amor, es un niño que crecerá con herramientas”.
Dejarles ser niños, el verdadero regalo
Negrete cierra con un mensaje directo: “Permitan que los niños exploren, no lo hagan ustedes por ellos. No les den todo resuelto. Felicítales, pero retenles también. Que se caigan, que jueguen, que se aburran. Que vivan su infancia con curiosidad y sin miedo”.
En el Día del Niño, más que obsequios materiales, el verdadero regalo que pueden recibir los menores es un entorno donde se les escuche, se les respete y se les permita ser lo que son: niños.
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