Un plan ante el deshielo del Chimborazo

El nevado Chimborazo se encuentra en los límites de tres provincias: Bolívar, Chimborazo y Tungurahua. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

El progresivo deshielo del nevado Chimborazo genera acciones preventivas, principalmente para garantizar la dotación de agua. Un programa está en marcha por parte del Municipio de Riobamba.
El objetivo es tener alternativas a la provisión del líquido en el momento que las fuentes subterráneas que provienen del nevado se agoten. Tiene un costo de USD 23 millones.
Toda el agua que abastece a los más de 285 361 usuarios en el cantón Riobamba se capta en Llio y San Pablo. En esas comunas hay vertientes subterráneas que provienen de los páramos del Chimborazo, donde existen zonas de recarga hídrica y deshielos que se filtran en la parte alta.
“En el 2010 empezamos a pensar en otras opciones para abastecer de agua a la ciudad, pensando en el futuro. En cuanto el Chimborazo pierda sus casquetes glaciares, las fuentes hídricas empezarán a secarse”, dijo Remigio Pesántez, gerente de la Emapar.
Así surgió el proyecto de captación de agua superficial Maguazo, en el sur de la ciudad. El proyecto empezó a construirse en abril de este año, abastecerá a Riobamba de agua desde finales del 2018 y tendrá una vida útil de 40 años.
“El agua de Maguazo es de excelente calidad, al igual que la que proviene del Chimborazo. Este proyecto garantiza que no perderemos el líquido vital por los deshielos”, dice Pesántez.
Esa es una de las principales consecuencias de la pérdida progresiva de casquetes glaciares del coloso.
Según los estudios más recientes del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), en el 2016 queda el 39% de la superficie del glaciar; esto representa cerca de 5,5 kilómetros cuadrados.
Según Bolívar Cáceres, especialista en glaciares de esa entidad, el Chimborazo pierde el hielo sólido de sus 16 valles glaciares por tres razones. La ceniza que emana del volcán Tungurahua alcanza el nevado Chimborazo y su presencia incrementa la absorción del calor, el calentamiento global y un proceso natural de rejuvenecimiento glaciar son los factores que causan la pérdida de la superficie de hielo.
El coloso está situado en los límites entre Chimborazo, Tungurahua y Bolívar. Desde los miradores y paraderos turísticos de esas tres provincias se aprecia un paisaje distinto al de hace una década. El hielo sólido que recubría al volcán ahora solamente se mira en la cumbre y ya no en las faldas.
Los deshielos alteran la vida en siete comunidades indígenas que habitan en las faldas, y que tienen proyectos de turismo comunitario. “Los turistas vienen esperando tocar el hielo del Chimborazo. Nos da miedo pensar que algún momento no tendremos ese atractivo”, dice José Guamán, de la comunidad Pulinguí.
Allí la gente no comprende la explicación técnica de la pérdida del hielo, pero son los primeros testigos del cambio en el paisaje. Baltazar Ushca, el único hielero con vida, cuenta que hace 20 años caminaba tres horas hasta la ‘mina’ de hielo más cercana. Recolectar bloques de 50 centímetros le tomaba mediodía de trabajo.
“En la actualidad, el hielo en el Chimborazo está más lejos. “Es más difícil, hay que caminar cinco o seis horas”, dice.
Los afectados
Según un estudio del 2010, realizado por Bolívar Cáceres, experto del Inamhi, a más de 5 000 metros de altura, los glaciares tropicales son particularmente sensibles a los cambios del clima.
El Cotopaxi es otro nevado afectado. Desde 1976 hasta la actualidad, ha perdido el 40% de su glaciar.
El Antisana que es una de las fuentes de provisión de agua para Quito también perdió un 50%, en los últimos 50 años.