Colombia: ¿Un frenazo?
Cuando en noviembre último se restablecieron las relaciones entre el Ecuador y Colombia, la diplomacia profesional asumió el rol que le correspondía para examinar los problemas, allanar las dificultades y caminar hacia la total normalización. Para tratar los temas sensibles, se acordó crear una comisión especial. Todo parecía ir por buen camino.
Lamentablemente, la política de los micrófonos volvió a hacerse presente. Fue el Canciller colombiano quien rompió el statu quo con una declaración que, dado el temperamento gubernamental del Ecuador, no podía dejar de producir reacciones. Dijo, refiriéndose a las computadoras de Angostura, que “la información en la que aparecen menciones a países concretos, ha sido entregada a cada uno de esos países” incluso al Ecuador. Descartó, implícitamente, el pedido del gobierno ecuatoriano de que se le entregara el material recogido en el lugar del ataque a las FARC.
El canciller Patiño respondió también por los micrófonos. Recordó que Bogotá había ofrecido entregar dichas informaciones al Ecuador y que, al no cumplir ese compromiso, se volvía impredecible la posibilidad de restablecer, a corto plazo, la normalidad con Colombia. Poco después, el presidente Correa ratificó ese criterio, con todo el énfasis que le es propio.
Se ha vuelto a dibujar así un ambiente de controversia que de hecho dificultará la normalización de las relaciones bilaterales al más alto nivel, lo que va radicalmente en contra de los intereses permanentes mutuos y contradice el pedido ferviente que se escucha a ambos lados de la frontera.
El abrupto retiro del delegado colombiano durante la reciente audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que examina la demanda presentada por el Ecuador contra Colombia por la muerte de Franklin Aisalla, tampoco aporta al mantenimiento de un clima adecuado de diálogo.
Es indudable que tanto al Ecuador como a Colombia les conviene llegar lo antes posible al restablecimiento pleno de sus relaciones. El proceso político electoral en Colombia y sus probables resultados aconsejan ir con el ritmo más rápido posible.
Aplazar, sin fijar nueva fecha, la reunión de la comisión sobre los temas sensibles, que debía realizarse a principios de abril, es una decisión equivocada, ya que esas complejas materias deben seguir examinándose en el plano diplomático si se quiere alcanzar resultados. Estamos en una etapa de negociación y no de presentación de posiciones nacionales excluyentes.
Las declaraciones de altas autoridades de ambos países no consiguen sino radicalizar las dificultades, crear barreras que obstaculizan el proceso negociador y negar lo que con tanta elocuencia están pidiendo los pueblos de Ecuador y Colombia.