Son tres de los sectores más contaminados de Quito. Los postes y paredes pintadas de negro, los delata. La Necochea (en el sur), los alrededores del colegio San Gabriel (centro-norte) y la Cotocollao (norte) son tres zonas donde sus moradores han aprendido a convivir con el esmog y el ruido.
Quito cuenta con una red de monitoreo de la calidad del aire desde el 2003, que genera información continua de todos los contaminantes presentes en el aire. La contaminación del aire de Quito se genera por cuatro factores.
Los incendios forestales son los responsables del 11% de esa contaminación, las fábricas del 12%, los vehículos a gasolina del 38% y vehículos a diésel del 39%. Es decir, los automotores son los responsables del 77% de la polución.
Las tres zonas contaminadas tienen algo en común: son sectores altamente transitados. Valeria Días, coordinadora de la Unidad de Investigación, Análisis y Monitoreo de la Secretaría de Ambiente, explica que el principal problema es la calidad del combustible.
Eso, a pesar de que en el 2005 se logró que el diésel automotriz que se comercializa baje de 7 000 partes de azufre por millón a 500 partes.
Actualmente, el combustible registra entre 150 y 350 partes de azufre, que está dentro de la norma ecuatoriana, pero que aún así es altísimo en comparación con las 30 partes por millón que exigen las normas internacionales.
Días explica que se trata de zonas donde no solo existe alta contaminación ambiental y de ruido, también se debe tomar en cuenta el desgaste de neumáticos y frenos que generan los vehículos.
Explica que son materiales que tienen altas concentraciones de metales pesados que no se miden en la normativa, pero que todos respiramos.
A continuación tres testimonios de personas que viven en esas zonas.
‘Tengo las vías respiratorias afectadas por tanto humo’
Efraín Cepeda
Cotocollao
“Desde hace 25 años vivo sobre la avenida De la Prensa, a pocos metros de la Lizardo Ruiz y justo frente a mi casa es la parada de los buses.
No sabe la tremenda contaminación que generan los carros. Para que tenga una idea, mi casa está a un metro y medio de donde pasan cientos de buses, camiones pesados, camionetas…
Como justo en la esquina queda un semáforo, los carros paran y luego aceleran. A veces me asomo a la ventana y veo cuatro o cinco buses parados ahí al mismo tiempo, el semáforo cambia y ya se imaginará cómo sube una nube negra.
Por eso no puedo ni abrir las ventanas de mi casa. Aún así, todo se pinta de negro en mi hogar, hasta las cortinas. Las ventanas siempre tienen la huella del esmog ya ni me preocupo de limpiarlas. Es un cuento de nunca acabar.
Tan grave es la situación que estoy afectado en las vías respiratorias por tanto esmog que botan los buses. Dice el doctor que el lugar donde vivo tiene mucho que ver, por eso no me curo.
Todo el día hay contaminación y ruido. Los buses y los carros empiezan a pasar antes de las 05:00, y pasan hasta la medianoche. Yo tengo un taller de futbolines y mesas de billar y paso todo el día en casa. A veces salgo a eventos culturales.
Cuando vine a vivir acá no era así, era más calmado, pero la ciudad creció hacia el norte y se necesitaron más buses para servir esas zonas.
No todo es malo. Lo bueno es que tenemos todo a la mano. Absolutamente todo: boticas, panaderías, locales de venta de comida de ropa, de adornos… y se pude llegar en bus a mi casa desde donde sea”.
‘Todo está contaminado y cubierto de hollín’
César Jaramillo
Necochea
“No es broma cuando digo que mis pulmones deben ser negros por adentro, por la cantidad de smog que respiro a diario. He vivido en la Necochea toda la vida. Incluso trabajo aquí, tengo una ferretería cerca a Los Dos puentes.
En mi local, todos los productos que vendo están cubiertos de hollín. A veces, siento carraspera en la garganta y cuando escupo, me sale negro. Mis ojos en cambio siempre están rojos por el humo de los buses.
Justo afuera de mi local empieza la cuesta que llega a San Diego. Por eso, todos los carros aceleran como locos. Antes arreglaba la fachada de mi casa para que no estuviese negra.
Pero le prometo que pintaba y al mes ya estaba de nuevo negra. El humo es como pintura y no se quita. Por eso algunos vecinos prefirieron ponerle baldosa. Ahí manguerean y se va.
Aunque no me crea hasta las sábanas de la cama se hacen negras. De enfermarme no me he enfermado, para qué voy a mentir. Solo la carraspera que siento pero no es de asustarse.
Por si acaso yo sigo usando mascarilla para algo evitar la contaminación. A veces me arden los ojos pero me pongo colirio y me alivia.
Cuando yo era niño, esto era diferente verá. La Necochea era empedrada y pasaban solo buses de madera, era bien tranquilita. Salíamos a jugar con mis hermanos. Luego empezaron a rellenar las quebradas, la ciudad creció y los carros y buses llegaron…”
‘Cuando hace sol hay más contaminación’
Juan Nicolade
Avenida América
“No solo es el aire contaminado, también es el ruido. Yo tengo una casa que da justo a la calle América, cerca a la Selva Alegre, y sí es complicado.
Antes, mi cuarto daba a la ventana frontal, pero debí cambiarme a uno más pequeño que da atrás porque si es fuerte la cantidad de buses y carros que pasan. Sí es molestoso.
No sé por qué pero es peor cuando hace sol. Incluso se huele el esmog adentro de la casa. Cuando vivía mi mamá, hace unos años, ella sabía poner un trapo húmedo debajo de la puerta para que no se meta la contaminación.
Hay tanto movimiento porque hay cerca varios lugares muy concurridos. Están el Colegio San Gabriel, la iglesia La Dolorosa, el Parque de La Mujer y la Universidad Central.
Todo el tiempo hay carros afuera, incluso en la madrugada. Antes de que amanezca ya empieza el ruido de los carros, y en la noche se va de largo.
Yo me duermo tipo 11 de la noche y sigue el movimiento. Por fortuna no nos hemos enfermado, pero sí se siente la contaminación.
Tenemos incluso un local de venta de muebles en el primer piso de la casa, donde atiende mi esposa. Ella es la que más recibe tanta contaminación. A veces hasta los muebles se ensucian por el humo por lo que tenemos que taparlos.
Es increíble cómo botan humo negro los buses, la verdad yo no sé cómo pasan la Revisión Técnica Vehicular. Dicen que cuando se vive mucho tiempo uno se acostumbra, pero en mi caso no es así.
Yo creo que es responsabilidad del Municipio y del Estado garantizarnos salud y para eso deben cambiar la calidad de los combustibles que tenemos”.
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