903 chicos se integran a un oficio

Elena Paucar. Redactora. DesdeGuatemala

Se asoman con recelo entre las rejas que protegen las ventanas. Ni bien salen por los angostos balcones, siluetas se ocultan rápidamente. Otros niños corren entre los cordeles repletos con la ropa que aún escurre agua helada.

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En 2004, el grupo Ceiba alcanzó el tercer lugar en el primer ciclo del concurso Experiencias en Innovación Social, organizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El ‘call center’ bilingüe, el ‘call center’ 911 y electrónica educativa son otros de los servicios que da el grupo Ceiba.
Estos días, crearon la Cooperativa de jóvenes que ofrecerá servicios informáticos.

Ahí juguetean bajo la atenta mirada de sus madres. Paso a paso, los estrechos callejones de la zona 5 en ciudad de Guatemala revelan el dominio de las maras. Las paredes saturadas de grafitis evidencian los conflictos entre estos grupos juveniles, marcados por la violencia y las  drogas.

Un largo corredor de cemento es el límite entre las colonias La Fuente y 15 de Agosto, los dos polos de la disputa. En medio de ese campo de batalla se ubica El Esfuerzo, un caserío suburbano que es una isla de paz. Allí, la Asociación Grupo Ceiba dirige un centro de desarrollo humano y tecnológico para niños y jóvenes, denominado Ofimática.
 
Sentados frente a las computadoras, los pequeños aprenden informática. “Aquí se vive entre la violencia y el consumo de drogas. La mayoría de los chicos tiene a sus padres en la cárcel. Por eso tratamos de darles una oportunidad de superación para que no caigan en ese mundo”, dice Gabriela Chacón, capacitadora.

Ángel es uno de sus alumnos. Frente al monitor, el chico de 13 años escribe lentamente un listado de palabras. “Nos están enseñando a manejar la computadora, a poner color y a usar la herramienta, es muy bonito”.

En el salón hay unos 30 niños. Sus risas se confunden con el ‘reventar’ de las teclas. El ambiente es distinto al exterior. En las paredes resaltan carteles de colores y también muchos dibujos.

La iniciativa del Grupo Ceiba surgió en 1989 y fue reconocida en 1995 por el Gobierno guatemalteco. Hoy, la agrupación tiene centros en 16 comunidades, donde   desarrollan proyectos de capacitación académica y generación de empleo. 50 000 jóvenes están involucrados.

“En nuestro país hay mucha marginación, desde lo educativo hasta lo laboral. Por eso, trabajamos con la comunidad vulnerable”, dice Rómulo Dávila, miembro de Ceiba.

Uno de los primeros pasos del grupo fue implementar un currículo académico para chicos mayores, pues había niños de 10 y 11 años que no habían iniciado la primaria. Ahora atienden a unos 1 100 niños por año con un bachillerato industrial  avalado por el Ministerio de Educación.

Luego vinieron más programas como la Universidad de la Calle, que incluye a chicos de entre 13 y 25 años. Desde hace cuatro años empezaron con este plan que busca crear una empresa informática, a través de la enseñanza de diseño gráfico y web y la reparación y mantenimiento de computadoras.

Uno de esos centros funciona en la zona 18 de Guatemala. Las calles empedradas marcan la ruta de las vetustas busetas rojas. Las casas tienen un aire colonial. Su colorido resalta en un panorama adornado por las montañas que abrazan a la ciudad.

El bullicio de los buses que aceleran en la vía se cuela por la puerta del taller de Ceiba. En los salones, los chicos reciben clases. “Algunos han sido maras. Incluso, cuando se enteran que han decidido superarse, son amenazados y tienen que irse de sus casas para poder seguir viviendo”, cuenta Dávila.

Brian (19) y Cervino (22) son parte del curso de Autoestima. En medio de pedazos de papel y goma participan en los talleres de manualidades. Llegó hace tres días y su meta es firme: estudiar y conseguir un trabajo.

En la actualidad, 903 jóvenes de Ceiba han sido insertados en el mercado laboral. Uno de ellos es Katherine (19). Con sus manos hurga en medio de los diminutos cables y las tarjetas magnéticas de un CPU. “Doy servicio de mantenimiento, formateo computadoras y elimino virus. Eso me deja un ingreso para ayudar a mi familia”.

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