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12 de los 17 náufragos del Saturno llegaron a Manta

Redacción Manta

Escenas  de emoción y dolor se confrontaron la noche del viernes en la Capitanía del Puerto de Manta. Hasta allí llegaron los 12 sobrevivientes del barco atunero Saturno, que naufragó la mañana del 27 de noviembre, a 30 millas del enclave marino El Matal, en el cantón Jama (norte de Manabí).

Los náufragos bajaron del interior de una furgoneta. “Hola papito, qué bueno que está de vuelta, diosito no quiso que nos dejes, lo importante es que llegaste”, dijo el pequeño José, hijo mayor del tripulante Agustín Márquez.

Los desaparecidos
Cinco son las personas que aún están desaparecidas, tras el naufragio del barco atunero Saturno. Ocurrió en el sector de El Matal, en el norte de Manabí. 
Cuatro de los desaparecidos  son oriundos de la ciudad de Manta y el otro, de Jaramijó. La mayoría eran tripulantes de planta del atunero.
La Capitanía del Puerto de Manta señaló que el barco zarpó con todos los documentos en regla. Tenía 17 personas abordo. 12 de ellos fueron rescatados por pescadores artesanales que estaban por la zona del accidente.  45 efectivos de la Marina participan en el operativo de rescate que se montó, desde la Capitanía. Entre ellos dos  buzos especializados en rescate. Ayer, los pescadores de la zona donde se dio el naufragio se sumaron a los patrulljes en sus lanchas.   Previamente, el portón blanco de acceso al patio de la Capitanía fue abierto con violencia por los cientos de familiares. Sus seres queridos fueron ingresados directamente hacia el lugar,  para revisar su estado de salud.

Los gritos de júbilo se multiplicaron al verlos. La esposa de Aldo García corrió  hacia él y lo abrazó con fuerza. En su pecho, casi no pronunció palabras; solo lloró. Manuel Torres, en cambio, buscó entre la masa de gente a su madre. Al hallarla también se prendió de ella. “Llegó con vida, aunque está un poco enferma”, dijo.

Pero hubo personas  entre la multitud que no hallaron a sus seres queridos, que aún siguen desaparecidos. Íngrid Poveda, hermana de Fernando Poveda, ayudante de cocina del Saturno, fue una de ellas. Desesperada, recorrió todos los rincones de la Capitanía sin suerte.

“Por favor cuénteme cómo fue el accidente”, interrogó a uno de los sobrevivientes. “Dónde está mi hermano”. La mujer, de contextura delgada, no pudo más y se desmayó. Otros familiares trataron de reanimarla y recuperó el conocimiento luego de varios minutos.

Los sobrevivientes aún estaban conmocionados y prefirieron ir hacia sus domicilios. El capitán del puerto de Manta, Patricio Mora, pidió que regresen el lunes, para que rindan sus versiones.

El tripulante Márquez subió a una camioneta doble cabina. Se dirigió hacia la parroquia Los Esteros (noroeste de la urbe). En el barrio Seis de Diciembre lo esperaban sus siete nietos y amigos. “Papito Agustín, qué bueno llegaste”, dijo uno de los pequeños, con una sonrisa.

En el primer piso de su casa de dos plantas se concentró la familia. El olor a pescado frito invadió de pronto la pequeña sala. Su familia intuyó que tendría hambre, luego de su travesía.
Márquez fue muy escueto en sus declaraciones a la prensa. Solo dijo que una ola grande de repente volteó la embarcación con capacidad para 200 toneladas.

“Fue a las 09:00 del viernes, todos estábamos trabajando, íbamos hacia Tumaco en Colombia. En el trayecto debíamos pescar, había cardúmenes (grupos de atunes) por todo lado, pero la masa de agua fue muy violenta”.

La ola -siguió el relato- tenía al menos seis metros de altura. No puedo decir más, no quiero meterme en problemas, fue un accidente de la naturaleza, cualquier palabra mal dicha puede ser mal interpretada, especialmente por los familiares de mis hermanos que no alcanzaron a salir del barco y se fueron al fondo.

Un grupo de pescadores que pasaban cerca del lugar del naufragio los rescató y los llevó rumbo a Pedernales, en Manabí.

Las tareas de rescate se reiniciaron ayer a las 06:00. Según el Capitán del Puerto, aún no se puede hablar de que los cinco tripulantes que aún no aparecen estén muertos. Sin embargo, reconoció que el lugar donde se hundió el barco tiene al  menos 300 metros de profundidad. “Hasta allí no puede llegar ningún buzo”.