‘Esto es un golpe…” dijeron los asambleístas oficiales cuando Vicente Taiano asomó con un proyecto de reformas a la Función Legislativa, concebido luego de sus largos diálogos con los asambleístas del Gobierno y con los de oposición. El susto y la ira funcionaron cuando vieron que -según ese proyecto- sería posible tumbarle al Corcho de la Presidencia de la Asamblea con apenas 63 votos y que para quitarle la inmunidad a un Lara -a otro, mejor dicho- se planteaba nada menos que 83 votos. “A nuestro Corcho le van a tumbar a la vuelta de la esquina y nunca va a ser posible poner de patitas en la calle a un diputado que afecte el honor del Jefe”, fue la argumentación oficialista. Pronto comenzaron las maniobras antigolpistas y a Taiano le dijeron “váyase cantando y traiga otro proyecto más digerible”. Se movieron las frutas y Alexis Mera se dio una vuelta de confianza chequeando el recinto legislativo. Por vía Twitter llegó un mensaje. “No se olviden que hay la muerte cruzada”. Y otro: “El Corcho y la fiscalización son sagrados”.
Los chismes de la semana dicen -aunque no es obligatorio creerles- que por el recinto parlamentario se filtró una sugerencia sin autor reconocido, proponiendo que para solucionar los problemas de la reforma legislativa se use la “clave 73”. Consiste en que para botar al Corcho -o a sus sucesores- serían necesarios 73 votos de un total de 124, para despojarle de la preciada inmunidad a un asambleísta también 73 votos y para que el Pleno -tras la muerte de la Comisión de los Seis- acepte poner en marcha un juicio político a los ministros y funcionen igualmente los 73 milagrosos votos. Dicen que Taiano y los suyos están haciendo cuentas. ¿Qué pasaría con los Corchos, con los asambleístas acusados y con los ministros sospechosos si se aplicara esa cifra mágica? Surgieron voces enfáticas y de las otras. Los opositores ofrecieron analizar la sugerencia y los oficialistas proclamaron “al canasto los 73. El Corcho tiene que seguir hasta el 2017. No queremos ver ministros caídos. Esos golpes no nos gustan”. Dicen que hubo también otros razonamientos moderados, entre ellos uno muy interesante: “los extremos son siempre malos, No debe haber intocables. Ni los Corchos ni los ministros ni los asambleístas”.
La verdad es que Taiano es un ciudadano sereno pero sus amigos opositores le presionaron y el proyecto inicial tuvo fallas y exageraciones. Por su parte, los oficialistas tienen una oportunidad para reflexionar y bajar el tono. No quieren ceder nada. Les gusta ser los capos de todo. Ahora se espera el segundo informe sobre la muy necesaria reforma en marcha y están pendientes varias leyes -como la de Comunicación- que requieren serenidad y aportes. El público quiere ver una Asamblea respetable y que alguna vez se den consensos que contribuyan a mejorar la imagen del Poder Legislativo.