Kléber Salazar (izq.) levanta la lanza de Yaya Jumandi, en un evento que conmemoró la leyenda del cacique en Quito. Foto: Edwing Encalada/ EL COMERCIO.
A Kléber Edmundo Salazar, de 44 años, la vida le dio un giro de 180° cuando fue elegido Yaya Jumandi, el pasado 17 de noviembre. Ahora se convirtió en embajador de la cultura y tradiciones kichwas napenses, un rol que desempeñará durante un año.
Él se impuso a tres competidores más en las pruebas físicas y de destrezas que plantearon los representantes de Quijos, Rukullakta, Rayu Paki, Uckar, Unkispu, Uncokic, Amipakin y la Asociación de Artistas Kichwas de Napo, en coordinación con la Alcaldía de Archidona, para elegir al Papá de los Jumandi, según la traducción del kichwa amazónico.
“Primero tuvimos que superar la chaskina –recorrido atlético de 2 km-, allí aproveché de mi condición física. Mis rivales tienen 50 y 55 años”, recuerda. Esa carrera la realizaron descalzos y dentro de la selva. Luego los candidatos pusieron a prueba su puntería con dardos en una cerbatana, lanzamiento de la lanza, tejido warmi, habilidades para pescar, entre otros retos.
Para Salazar, su paso por el Ejército le dio las habilidades para poder imponerse en estas pruebas. “Yo quise continuar la carrera militar, pero como era el único hijo varón, mi mamá no quiso que siga porque eran años del conflicto con Perú, en 1995”, rememora.
A sus 20 años de edad, se casó con Irene Mamallacta, con quien procreó tres hijos: Jennifer, Sacha y Yutzu. Confiesa que su matrimonio fue pactado entre sus padres y los progenitores de su cónyuge.
“Yo no tuve ese espacio de enamoramiento. Cuando regresé del Ejército, seguí la tradición que dice: lo que entre mayores se arregla, esa pareja permanecerá unida hasta la muerte”, menciona.
Desde que fue nombrado Yaya Jumandi, Salazar debe vestir como el aguerrido cacique rebelde de los Quijos. En honor a su valentía, la Asamblea Nacional nombró a este icónico personaje como Gran Héroe Nacional y Símbolo de la Resistencia Anticolonial, el 29 de noviembre del 2011.
Su vestimenta consiste en un cintillo tejido con paja toquilla, en el cual luce plumas del gallo de la peña y de un papagayo, que simbolizan al jefe o a los guerreros de la selva.
El atuendo se complementa con un collar elaborado con uñas de armadillo pantanero, que solo usan los jefes. Entre uña y uña están las semillas de wayruro -producto amazónico- y cubre su zona genital con una lanchama, realizada con una corteza de árbol matapalo, en forma de falda.
“Ningún guerrero usa adornos en sus tobillos”, advierte, mientras sujeta su lanza de madera de chonta y un cuerno que sirve para emitir alertas.
Según Domingo Mena, director de Turismo del Municipio de Archidona, Salazar liderará la promoción turística archidonense entre 2019 y 2020; desde su cultura, tradiciones, gastronomía y artesanías.
Como Yaya Jumandi, Salazar ha acompañado a un grupo de promotores culturales de Archidona por Quito y Baños. En la capital estuvo en la feria intercultural que se realizó en la plaza de San Blas, en conmemoración a la declaratoria de Héroe Nacional que recibió en la Asamblea Nacional.
En Baños de Agua Santa participó en la V Feria Turística, organizada por el Consorcio de Municipios Amazónicos y Galápagos (Comaga).
Salazar también dedica tiempo a su afición musical a través del grupo Wairi Churi, con el cual se propuso rescatar los ritmos ancestrales, para relatar el drama que existe detrás del sufrimiento de una madre al separarse de sus hijos.