La casa se construyó con materiales de la localidad para economizar recursos. Priman el ladrillo visto y el acero. Fotos: Cortesía JAG STUDIO
Entre la verde vegetación de la parroquia Malacatos, en Loja, se sitúa la Casa Manuel J. Lozano. En lo más alto del terreno, la construcción hace las veces de un mirador. Esta residencia se funde con el paisaje gracias a sus materiales naturales, como el ladrillo y la madera, a la vez que el exterior se refleja en cada rincón a través de sus ventanas. La obra es de la firma David Regalado Arquitectura, de Loja.
Los arquitectos indican que la casa se genera como un proyecto diferente y especial, debido a la falta de recursos económicos, la ubicación y en especial porque pertenece a la hija de un compositor considerado uno de los más grandes del Ecuador: Manuel de Jesús Lozano, por eso el nombre que se le otorgó al proyecto.
El terreno se encuentra en las montañas, cerca de la parroquia lojana que goza de un clima subtropical. Este cuenta con una pendiente accidentada y por ello la vista del exterior es privilegiada, debido a que la construcción de la vivienda se hizo en la parte más elevada.
Aquello se logró mediante un corte en el terreno que permitió generar una plataforma para su asentamiento. Se situó en sentido de la pendiente que mira de frente al paisaje para alcanzar una espléndida vista panorámica.
El ladrillo y la madera están presentes en las paredes y en la cubierta de esta vivienda de una sola planta.
La obra se trata de un volumen rectangular de 10 por 7 metros, bien definido, que descansa en la parte alta del terreno. Tiene una cubierta que se eleva del volumen para brindarle sombra y proteger la infraestructura del clima.
Esta cubierta está situada sobre la transparencia de un volumen de vidrio, que permite la ventilación cruzada todo el tiempo, necesaria para conservar el ambiente fresco.
En cuanto al diseño, los promotores del proyecto indican que el rigor de la geometría con el que se diseñó este volumen corresponde a la necesidad de que la vivienda se acople en el terreno.
Su materialidad constructiva también representa una herramienta de exploración priorizando los elementos de construcción locales, de costos asequibles y naturales.
Entre los materiales se destaca el ladrillo, que es parte de la estructura, al igual que el acero y la cubierta de madera.
Este último elemento también está presente en detalles al interior y exterior de la obra, como por ejemplo en las luminarias colgantes que en la noche generan luz cálida y acogedora en el sitio.
Las lámparas se fabricaron con la madera restante de la construcción.
La residencia tiene 65 m² de construcción. Es de una sola planta; se utilizaron dos módulos de servicios: clóset y baño. Estos representan ejes principales en la distribución del espacio dividiendo las áreas social y la privada con un perfecto orden.
En el exterior está rodeada por un jardín tan grande como fue posible, gracias a la vegetación natural. También tiene jardineras pequeñas de ladrillo y cuenta con un espacio adecuado para colocar mobiliario a manera de porche y disfrutar de la vista.
La idea de todo el diseño es que el proyecto se disuelva en el paisaje y así enmarcar la importancia del espacio externo. Por ello, las áreas se establecen desde el exterior al interior, “solamente así el paisaje es partícipe y está presente en todos los espacios de la casa”.
De esta manera, la casa resalta en medio de la verde vegetación de la parroquia que se caracteriza por ser productora de café, caña de azúcar, panela y aguardiente.