Desde el Borges jocoso y malévolo hasta el tímido y procaz. Y el que cosechó enorme reconocimiento por su obra y fracasos con las mujeres. Todos esos rasgos del escritor argentino se reúnen en los centenares de anécdotas recopiladas en ‘El otro Borges’.
Ningún escritor de lengua española protagonizó tantas anécdotas, apunta su autor, Mario Paoletti. En la primera anécdota, un lector español se indigna porque Borges admite que nunca vio al famoso aleph del cuento homónimo: “Y me despreció inmediatamente; se dio cuenta de que yo era un embustero, un mero literato”, relata el escritor. El libro retrata a Borges de cuerpo entero, porque une su socarronería con cierto complejo de impostor que lo acompañó toda la vida.En una de las 333 anécdotas -citadas por amigos y conocidos casuales, colegas, ex novias y periodistas-, Borges señala con picardía que “la utilidad de los movimientos literarios es que nos libran de muchos escritores (…) Hay demasiados escritores y debemos suprimir el mayor número posible”. Desde las páginas de ‘El otro Borges’, destacados autores latinoamericanos se refieren al escritor que quedó ciego por una enfermedad congénita. Entre ellos, el mexicano Carlos Fuentes, los premios Nobel de Literatura chileno Pablo Neruda y mexicano Octavio Paz, así como el gran amigo de Borges Adolfo Bioy Casares y otro gigante de las letras argentinas, Julio Cortázar.
Neruda consideraba que Borges “no entiende nada de lo que está ocurriendo en el mundo moderno, y creo que yo tampoco. Por tanto, estamos de acuerdo”. Paz opinó que “siempre, en sus aciertos y en sus errores, fue coherente consigo mismo, y honrado. Nunca mintió ni justificó el mal a sabiendas, como lo han hecho muchos de sus amigos y detractores”.Bioy, compañero de Borges en innumerables aventuras literarias e importante fuente de las anécdotas, dictaminó: “Toda colaboración con él equivalía a años de trabajo”. Por su parte, Cortázar destacaba que Borges le enseñó a eliminar “todos los floripondios, todas las repeticiones, los puntos suspensivos, los signos de exclamación inútiles, y eso que todavía existe en mucha mala literatura y que consiste en decir en una página lo que tan bien se puede decir en una línea”.
La idea del libro nació durante una comida en un congreso de escritores en Murcia, cuando se comenzaron a contar anécdotas de Borges. “Resultó que todos conocíamos dos o tres. Entonces Mario Vargas Llosa dijo que alguien debería sistematizar las anécdotas de Borges en un libro”, rememora Paoletti, quien junto a su mujer, Pilar Bravo, reunió el material durante 10 años de investigación, de la que también surgió la biografía ‘Las novias de Borges’, que aparecerá este mismo año.
“El humor de este hombre, al que muchos cuestionaron su argentinidad por diversas razones, es de una indisputable estirpe argentina”, asevera Paoletti. “Borges practicaba permanentemente lo que se ha dado en llamar la ‘cachada’, que es una forma de burla ingeniosa e irritante, por la cual los habitantes de Buenos Aires son conocidos en el mundo hispanohablante”, agrega. Por ejemplo, al preguntársele cómo se llevaba con su cuñado Guillermo de Torre, Borges respondía: “Muy bien. Yo no lo veo y él no me oye”.
El ganador del Premio Cervantes en 1979 también decía que una vez que lo fueron a visitar a su casa unas estudiantes, a quienes les explicó que Borges había salido y que él era Manuel Mujica Lainez. “Les dije eso porque estaba contento, en un impulso por decir disparates”.
Asimismo, el escritor que sufrió diversos amores no correspondidos admite que siempre se ha enamorado de “mujeres un poco tontas”, porque “la inteligencia es siempre comprensible, pero en la estupidez hay un misterio que resulta atrayente”.
Borges, que sabía que sus declaraciones solían causar irritación, consideraba necesario relativizar sus dichos: “Me he burlado de muchas cosas y siempre sin maldad. Lo que pasa es que la gente me toma demasiado en serio”.