Doña Hillary Clinton afronta su tercera batalla en pos de la Casa Blanca. La primera, mesurada y casi sorpresiva, fue cuando por la presidencia del país más poderoso de la tierra se enfrentaron dos personajes inéditos en las primarias del partido Demócrata. Un afroamericano y una mujer.
Barack Obama dio la sorpresa y ahora está terminando sus ocho años de gobierno, con muy buenas notas sobre todo fuera de su país y con problemas en casa.Hillary esperó, con paciencia, cuatro años como Secretaria de Estado y cuatro preparando su acceso al poder. Su primer problema afrontó, también inesperadamente, en el interior de su partido con la aparición como adversario, también en primarias, de un brillante socialista judío, Bernie Sanders. Con más de un apoyo superó el obstáculo y le llegó la hora de enfrentar al candidato republicano en la finalísima.
Se presentó un millonario de 70 años, Donald Trump, que antes se había dedicado a los negocios y a manejar la organización de Miss Universo. El contendor comenzó mal, atacando rudamente a los inmigrantes mexicanos y proponiendo la construcción de un muro financiado por los “manitos”. Habló muchos dislates pero se fue convirtiendo en un adversario cada vez más difícil, con momentos tremebundos y con ataques reiterados pero también con propuestas económicas interesantes y novedosas. Los debates fueron escandalosos. Doña Hillary es buena oradora pero Trump no se queda atrás.
Por algo mantuvo un programa de televisión titulado “El aprendiz” que fue un éxito en EE.UU. durante 10 años. Entre estas y las otras, los debates fueron toscos y no tuvieron la calidad que se debía esperar de dos aspirantes a la Presidencia.
No faltaron las acusaciones. Se hizo público que Trump no pagó impuestos durante 18 años, aprovechando algún dislate jurídico. Otro ataque provino de las actitudes del magnate frente a las damas. Y no van a faltar otros hasta que llegue la hora de votar. En el caso de doña Hillary surgieron novedades inesperadas, en las que se llegó a mencionar a un huésped del Ecuador. De pronto se difundieron por EE.UU. cables electrónicos afirmando que la candidata demócrata había cobrado bastantes millones de dólares por dictar conferencias en empresas de Wall Street.
¿De dónde salieron esos Wikileaks? Se dijo que algo tenían que ver el presidente ruso Putin y el australiano Julian Assange, asilado desde hace cuatro años en la embajada ecuatoriana en Londres. Como que Putin quería ver en la Casa Blanca a Trump y no a Hillary. Lo que se supo después es que el gobierno ecuatoriano suspendió la Internet en su embajada en Londres. Se dijo de que un funcionario estadounidense habló de este caso con Quito, lo que fue negado oficialmente en Washington. Así más o menos van las elecciones en los EE.UU. Trump dice que si pierde dudará del resultado. Esta declaración hace pensar que son ciertas las encuestas que dan por triunfadora a doña Hillary. Pero hay que esperar.
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