Las naciones se construyen desde diferentes lugares: lo político o lo agrario, lo social o lo económico. Se construyen imaginando una nueva nación, sin abandonar del todo las viejas prácticas o deseos. Este ejercicio es persistente y cambiante; nuevos grupos humanos desplazan o intentan desplazar los anteriores; soñamos con nuevas metas, con el arreglo de problemas cruciales que van siendo percibidos en un lugar y en un tiempo en particulares. Recogemos “modelos” u otros modos de hacer para transformarlos en nuestra propia forma de percibir el mundo. No existe en la Historia un “copy and paste”; sería una falacia. En consecuencia, los historiadores no buscamos ni encontramos la verdad. Buscamos comprender una parcela de las múltiples realidades y lo hacemos con nuestras actuales herramientas, reinventando y releyendo el pasado. Nadie tiene una razón, una verdad.
Dicho esto, comparto con mis lectores mi propio ejercicio en una obra que acabo de escribir, publicar y presentar al público: Élites y la nación en obras. Visualidades y arquitectura del Ecuador. 1840-1940 (Cuenca, Universidad de Cuenca/CCE, 2016, 304pp.) en la que se propone “leer” la construcción de la nación, en este período, desde lugares poco comunes: las artes, las artesanías (o visualidades), lo patrimonial y la arquitectura y el urbanismo. Se explora, además, los quiebres y tensiones civilizatorias y los procedimientos modernizadores de aquel entonces, que a propósito pueden ser relacionados con muchas obsesiones de la actualidad. Las “obras” analizadas cobran sentido como claves simbólicas y signos culturales de época a partir de los cuales se indaga en las tramas sociales, políticas y culturales.
Esta producción (artística-arquitectónica-urbana) analizada bajo una lectura interdisciplinaria, deja de ser el punto de llegada y se convierte en el punto de partida. Con ello intentamos distanciarnos de las propuestas de hace más de 50 años de José Gabriel Navarro y José María Vargas, sin dejar de reconocer sus extraordinarios aportes como pioneros en el área de estudio.
Se tocan diversos temas cruciales: las élites y su involucramiento en crear las narrativas de la naturaleza; las redes políticas, la circulación de imágenes y el coleccionismo; la educación artística y formación del ciudadano patriota; el uso de los principios coloniales para crear nuevos imaginarios en el período republicano; y finalmente, la forma cómo se arma el concepto de patrimonio arquitectónico vinculado a la nación. Interesa los modos de “representación” de la nación y el nacionalismo, más que la construcción política del Estado, motivo de algunos estudios. Se propone que estas estuvieron en manos de las élites terratenientes serranas y patriarcales,