Los resultados electorales en el Perú corresponden a lo que se denomina “tablas “en el ajedrez. Políticamente es mucho más estrecho que un empate técnico, expresión válida para los cálculos de las apuestas pero no para resultados reales. A diferencia de otros países de la región como Argentina, Brasil, Venezuela y quizá Ecuador, la polarización es diferente. No fue contra un líder autoritario y sus partidos que se obstinan por quedarse en el poder, ni contra una economía que voló por los aires.
Se repite en parte el fenómeno de Argentina: peronismo contra antiperonismo. En este caso, fujimorismo y antiformalismo. Lo curioso es que en esta sociedad se ha manteniendo un ‘establishment’ positivo pero no supera la marca histórica ni la referencia de aquel líder que tuvo todo el poder a su favor y no conoció límites para respetar los DD.HH.; escogió el camino liberal para enderezar un caos económico, estabilizó las instituciones y hasta firmó la paz con el Ecuador.
Este Perú de la segunda vuelta electoral viene de un periodo de orden, principalmente económico, que lo diferencia de otros países como Argentina, Brasil, Venezuela y quizá Ecuador, que están en el barranco o en el borde del mismo. Es un caso especial como lo ha demostrado el tránsito del presidente Ollanta Humala. No cambió el norte económico, no incentivó la confrontación que la vivió como militar y, en el plano internacional, ha sido cauto como lo ha demostrado frente al descalabro que sufre el pueblo de Venezuela. Por tanto, no es sorpresa que su país sea un polo de inversión externa.
Debe entenderse que los resultados electorales que oscilan entre el renacer de populismo a la huancaína y una claro representante del modelo liberal para la conducción de su país tienen escasas diferencias. Por eso, para una parte o gran parte de los ecuatorianos que entrarán a la cancha el próximo febrero existen esperanzas en el triunfo del candidato liberal. Su victoria impediría que no se detenga el ventarrón que barre en América todo vestigio del socialismo del siglo XXI y venga el día D para el pueblo de Venezuela.
Concluidos los resultados, el Perú económico, político y social, cualquiera que sea el ganador, no eliminará la duda de lo que significa ese masivo voto, la mitad de la manzana, a favor de Keiko Fujimori. Repitiendo el argumento y la comparación: no es la mitad que tuvo Macri contra el peronismo de Cristina de Kirchner, tampoco la avalancha parlamentaria de la Mesa de la Unidad de la Unidad Democrática contra Nicolás Maduro en Venezuela, ni la utópica suma de la oposición ecuatoriana -que si hubiera un mínimo de racionalidad o se supere preocupantes niveles de estulticia- ganaría en primera vuelta y coparía el Parlamento. Lo de Perú es diferente y más profundo. Ojalá apunte a la democracia y no a su desmedro .