Los danzantes de San Andrés bailaron por las calles adoquinadas de este pueblo, al ritmo del bombo. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
El bombo y el pingullo volvieron a sonar en la parroquia San Andrés. Al ritmo de estos instrumentos andinos, los danzantes bailaban por las calles de este poblado, localizado a cinco minutos del centro de Píllaro, en Tungurahua.
Este año, la celebración del Corpus Christi fue diferente. El personaje principal que anteriormente estaba representado por adultos, esta vez fue asumido por gente joven. Ellos, en el trayecto de su presentación, recibían los consejos de los danzantes más antiguos.
El grupo era parte del Encuentro Nacional del Danzante San Andrés de Yagchil 2016. La actividad cultural fue organizada por el Municipio de Píllaro y por la Junta Parroquial, con el propósito de recuperar el patrimonio de San Andrés. Los danzantes llegaron de Guapante, Yagchil, San Jacinto y de otras comunas de esta parroquia pillareña.
“Trasmitimos nuestros saberes a los niños y a los jóvenes de la comunidad, para que sean quienes mantengan la sabiduría ancestral. Les preparamos en el baile, que es un ritual dirigido al Taita Inti (Padre Sol). Lo hacemos igual a como lo realizaban nuestros antepasados”, dice Celio Calapiña, de 65 años, danzante de la comunidad Yagchil.
La música invadió todo el pueblo, mientras Calapiña guiaba a los danzantes, que avanzaban lentamente hasta la iglesia de la localidad. Su traje pesaba alrededor de 120 libras, y el penacho o cabezal era el que más pesaba. Está adornado con espejos, bambalinas y plumas de pavo real.
Alex Sánchez, de 19 años y bailarín de Yagchil Central, llevó el traje en esta ocasión. Sánchez sigue la tradición de sus abuelos y padres, quienes también fueron danzantes en las fiestas de Corpus Christi y en el Inti Raymi. “Es una tradición que no vamos a dejar que desaparezca, estamos trabajando para tener nuevos danzantes en nuestro pueblo”.
En el trayecto, los acompañantes lanzaban pétalos de flores. Los voladores reventaban y la música de la banda de pueblo se entremezclaba con el bullicio de la gente. En la plaza Central de San Andrés se presentaron todas las delegaciones que llegaron de Riobamba, Quito, Loja, Ambato y otras ciudades.
Javier Saquinga caminaba junto a las delegaciones de San Jacinto, Yagchil y Guapante de Píllaro. El dirigente de la comuna dijo que hay más de 40 danzantes en el sector, que ya están en capacidad de dirigir la fiesta del Inti Raymi. “Es interesante mirar que los niños y jóvenes quieren convertirse en danzantes. Impulsamos esta fiesta, que se sigue transmitiendo de padres a hijos”.
El proyecto es promovido por el Municipio y por la Junta Parroquial de San Andrés, para recuperar al danzante y a esta fiesta ancestral, que encierra el sincretismo entre la devoción católica y el mundo andino.
En las comunidades indígenas y campesinas de este sector, el danzante es el personaje más importante; por igual, en el Corpus Christi y en el Inti Raymi. El nombre indígena del personaje es tushug (bailarín, sacerdote, propiciador o hacedor de la lluvia).
Mecías cuenta que la recuperación de este personaje se hace progresivamente, en esta localidad y en otras aledañas. “Trabajamos en charlas y talleres en cada una de las comunas. La idea es que los niños y los jóvenes sean los nuevos danzantes de esas zonas”.
El objetivo es que el danzante de San Andrés sea declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación. “San Andrés de Yagchil es el sitio donde surgieron los danzantes de acuerdo con la historia”, asegura Rafael Camino, director del Grupo Jacchigua de Quito.
Para Camino, el danzante no puede morir, es por eso que están recuperándolo, para que sea declarado Patrimonio Cultural. “De acuerdo con nuestra investigación, en San Andrés de Yagchil están los mejores y auténticos danzantes de todo el país”, concluye.