Al Gobierno se le invirtieron los papeles. En estos casi ocho años controló con éxito la agenda polÃtica y de comunicación del paÃs. Tanto la opinión pública como la oposición caminaron siguiendo el compás que el Régimen marcaba con cada uno de sus múltiples anuncios.
Hoy, el Régimen ha perdido esa habilidad, mostrándose reactivo ante los obstáculos que sus adversarios han logrado ponerle en el camino.
La reunión del martes en Cuenca, de las autoridades seccionales afines al correÃsmo, es una muestra evidente del poco talento con el que hoy se hace polÃtica en Carondelet.
Los ministros y asesores de Palacio no ensayaron respuesta más imaginativa a la cita de Guaranda, de alcaldes y prefectos independientes al oficialismo, que armar una gran convención con aquellos que sà apoyan al Presidente.
En la visión polÃtica del Gobierno cuenta más los números que el ingenio. Si a Guaranda fueron solo 21 autoridades locales, entre ellas los alcaldes de las dos ciudades más pobladas, a Cuenca tenÃan que ir 600 dignidades.
Lo mismo ocurrió con las marchas del 17 de septiembre. El Régimen terminó descolocado por la convocatoria de los sectores de oposición, que se autodenominan progresistas y que alguna vez votaron por Alianza PaÃs.
Pero en esa ocasión, los números fallaron: no fueron los 35 000 correÃstas que se esperaban a la Plaza Grande y los ‘3 000 opositores’ fueron muchos más.
La poca capacidad de sorpresa del Gobierno también se siente en el guión de su propaganda. No ha sido suficiente que el Mandatario diga a cada momento que es responsabilidad de los municipios ajustar las tarifas del transporte urbano, ya que en la radio es incesante la cuña donde dos supuestos estudiantes aclaran -con una pesada insistencia- que el Gobierno no será el culpable de un alza que aún no se sabe cuándo va a suceder.
Sorprende que el Régimen pierda la iniciativa, ahora que los sondeos reflejan el poco respaldo al plan oficial del ir hacia la reelección indefinida.