Roberto Carrión C.
En días pasados se publicó un editorial en EL COMERCIO bajo el título “Problemas con el Sector Eléctrico”.
En él se hace un recuento de la fragilidad de nuestro sistema eléctrico y la inconveniencia de complementar la provisión de energía con terceros países, más aún en un ambiente internacional de relaciones tensas. Sin duda que la provisión de electricidad para un país es un tema de prioridad.
Desde hace años tenemos intercambios de energía entre Colombia y Ecuador, los cuales se fundamentan en el interés mutuo ahora más comercial que integracionista.
Es importante recordar que los intercambios de energía con Colombia han traído al país confiabilidad en el suministro de electricidad.
Mucho se ha criticado por el volumen de dinero que se entrega a ese país por ese rubro, pero la responsabilidad, si queremos señalarla, la debemos ubicar dentro del país.
La política indiscriminada de subsidios, la injerencia en la gestión de la mayoría de las empresas eléctricas, las altas pérdidas han dado como resultado un mercado ilíquido que no ha podido dar las señales para la instalación de generación barata en el país, esto no de hoy, sino de años atrás.
Si bien se anuncian grandes cantidades de dinero para obras en el sector por parte del Estado, esperamos que en primer lugar se concreten (son indispensables); pero si estas no se complementan con el ciclo del negocio eléctrico, venta de la energía a tarifas reales y una eficiente gestiones de sus empresas, el Estado estará destinado a entregar recursos a un sector que se convertirá (si ya no lo es) en un barril sin fondo, y esto por culpa de este gobierno y de los anteriores, que no han proyectado a las empresas eléctricas como autosustentables.