La posición del futbolista ecuatoriano Miller Bolaños de rechazar salir con un niño a la cancha antes de un partido de Emelec desató una ola de críticas en Ecuador, en la última semana.
Un video aficionado mostró como Bolaños no quería salir con un infante, alegando que él no llevaba a su hijo.
Esa actuación lo puso en una especie de pared de fusilamiento de la sociedad en las redes sociales. Lo criticaron, lo vejaron, le dijeron de todo, hasta hurgaron sus orígenes.
Bolaños, finalmente, salió con el hincha de Emelec a la cancha del estadio Capwell, en Guayaquil. Lo hizo obligado.
Esa experiencia deja en evidencia las carencias estructurales del fútbol ecuatoriano, a toda escala; en la que falta esa conexión con el hincha, el aficionado, que es el consumidor de este espectáculo.
Los clubes de fútbol de Ecuador tienen tareas pendientes desde hace mucho tiempo, en la que falta conectarse con los consumidores (aficionados), interactuar con esa masa que es la que sostiene sus campañas financieramente.
Ellos, los hinchas, son los que finalmente van al estadio, adquieren sus souvenir y pagan las suscripciones de los partidos por TV o Internet.
Pero también hay un vacío de parte de los equipos de fútbol hacía los futbolistas, especialmente en la inculcación de valores, orientación, manejo financiero…, enseñanzas básicas a esa gran masa humana que, en su mayoría, proviene de estratos sociales carentes de recursos y con apenas un nivel de instrucción escolar.
Esas carencias que existen en la industria del fútbol deberán ser corregidas por la LigaPro. Esta institución es la propietaria del campeonato ecuatoriano, la que tiene que normar o de lo contrario seguirán apareciendo casos similares al de Bolaños o a otros futbolistas que se niegan a salir a conferencias de prensa o actos institucionales.
La LigaPro debe exigir que futbolistas y entrenadores tengan esa conexión con la sociedad. Los clubes también están en la obligación de normar en sus contratos esa participación con la afición.
El fútbol es parte de una industria, un negocio en Ecuador y en cualquier parte del mundo.
Basta mirar a lo que hacen las franquicias del baloncesto de la NBA, en donde los jugadores están en la obligación de salir a la cancha saludando a niños y jóvenes, incluso, dándoles la mano. Eso ha originado una conexión entre la afición y los deportistas, que a su vez representa miles de dólares en ingresos.
Hay que corregir y cubrir progresivamente esas carencias o de lo contrario el fútbol no dará ese paso de organización y calidad que buscan sus instituciones.
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