Antes de la carrera, sabÃa que Byron Piedra era especialista en terreno plano. Y ese detalle me ayudó a conseguir la victoria.
Tomé en cuenta este detalle en el kilómetro 12 de la Quito-Últimas. AhÃ, solo quedábamos Piedra y yo. Él se descuidó y yo tomé impulso y aceleré. Lo hice por una razón: no podÃa mantener su mismo ritmo hasta los tramos finales, porque él es especialista en los remates.
Entonces, supe que podÃa ganar. Atrás se habÃan quedado el peruano Paulino Canchaya, mi amigo colombiano Alirio Carrasco, el ecuatoriano Miguel Almachi… Solo nos seguÃa de cerca el keniata Isaac Kimayo.
Aceleré y pensé solo en la victoria. Para eso, me preparé fuerte en mi paÃs. Me entrené en ciudades de más de 2 5000 metros de altitud, consciente de la altitud de Quito (2 850 metros). Parte de mi preparación también fueron las competencias en el Campeonato Nacional de Mayores, de mi paÃs. En esa prueba gané en 10 000 metros. En 5 000 metros solo fui segundo, porque me afectó la altitud.
Además, hace 20 dÃas vine a Ecuador para competir en la prueba de la PolicÃa Nacional y culminé cuarto. Esta carrera también me ayudó muchÃsimo. Reconocà que la altitud es un factor a tomar muy en cuenta.
Al principio de la Quito-Últimas, decidà mantenerme atrás del pelotón de lÃderes. En cambio, Byron y los keniatas estaban adelante. Pero jamás me desesperé por eso. SabÃa que si mantenÃa el ritmo podrÃa rematar bien en algún tramo de la carrera.
Ya en el kilómetro 12 marqué la diferencia. En la recta final para ingresar al estadio las personas me aplaudÃan, pese a que atrás venÃa Piedra. Yo seguÃa con mi ritmo. Los atletas debemos estar concentrados, porque en un minuto podemos perder toda una planificación previa. AsÃ, conquisté la victoria.
En las calles, la gente siempre fue linda conmigo. Es más, desde que arribé a Quito me trataron bien. Llegué a esta ciudad el jueves en la noche y en el hotel la gente se portó muy bien.
Hoy (ayer) me desperté a las 05:40 y estaba tranquilo. Cuando te has preparado a muy buen nivel no puedes dudar.
Pero para ganar también me ayudó el recuerdo de mis familiares. Soy casado y tengo dos hijos. Mi esposa Mónica Tangarife, de 33 años, y mis pequeños Emanuel, de 8 años, y MarÃa Paulina, de 4 años, siempre me apoyan antes de una prueba. Mi pequeño me pregunta sobre mi preparación. Igual ocurre cuando regreso al hogar. Por eso, este triunfo es para ellos.
Mi carrera no termina aquÃ. Luego iré a los Juegos Centroamericanos de Puerto Rico. Ahà correré en los 5 000 y 10 000 kilómetros. Otro reto es la carrera San Silvestre, de Brasil, en diciembre. A diferencia de esa prueba, la Quito-Últimas tiene mucha humedad y altitud.
Pero ahora quiero disfrutar este éxito. En la carrera de la Quito-Últimas del 2004, alcancé la tercera posición. Ahora es diferente. ¡Gracias Dios!