Hay que poner la Ciclovía fuera del flujo vehicular, especialmente lejos de los buses: bulliciosos, demasiado grandes, feos, toscos y por supuesto que dejan grandes nubes de humo que los ciclistas -agitados por el ejercicio- respiran a bocanadas.
Recién escuché en un reportaje de BBC Radio que un ciclista respira mucho más humo tóxico que un peatón.
Y qué decir de los turistas, que no están acostumbrados a estas cosas. El famoso bulevar de la avenida Amazonas queda anulado por el paso de los buses.
Lo mismo pasa en la Juan León Mera, donde hay bonitos cafés con patio que son arruinados por la bulla y los gases tóxicos que emanan principalmente los buses.