Las visitas en barco a la isla de Salango son un gancho para los turistas. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Los comuneros de Salango están orgullosos de su herencia ancestral. En el ingreso del poblado, ubicado en el sur de Manabí, a cinco minutos de Puerto López, hay letreros que destacan la historia de la cultura Valdivia y su apego a las costumbres de esta localidad.
Salango se proyecta como un destino de turismo comunitario, que mezcla el interés arqueológico con la tranquilidad de los paisajes isleños. Brinda también la posibilidad de disfrutar del perfil costero manabita, su flora y fauna.
El Centro de Investigación de Salango es el eje del que se desprenden las opciones turísticas de la comuna. El lugar, ubicado en el centro de la localidad, cuenta con un museo histórico, laboratorio, una hacienda colonial y hospedaje para visitantes nacionales y extranjeros.
Yolaida Muñoz, presidenta de la comuna, cuenta que este centro les ayuda a proyectar la ancestralidad de sus raíces. El lugar realiza vinculación con la comunidad, a través de proyectos de investigación.
“Es una muestra de nuestra cultura y todo lo que nuestros antepasados vivieron, tenemos 5 000 años asentados en este territorio”, contó la mujer, encargada de administrar el centro de investigación.
El museo atiende al público desde las 09:00, de lunes a domingo, y cuenta con 245 piezas declaradas colección del Patrimonio Cultural. Estas datan de hace 4 500 años, según Muñoz, y corresponden a las culturas Valdivia, Machalilla, Chorrera, Bahía, Guangala y Manteña.
Dentro del centro también hay 11 cabañas, con capacidad para hospedar a 45 turistas, que ofrecen garaje, agua caliente, guardianía y salida a la playa. El costo por noche es de USD 15 por persona.
El museo cuenta con un laboratorio, para el estudio de las piezas. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
De diciembre a mayo, la temperatura constante de Salango es de 28 grados centígrados, apta para el turismo de playa. De junio a noviembre promedia los 20 grados centígrados, con ligeras garúas, que invita a la observación de ballenas jorobadas.
Esta última actividad es una de las principales atracciones. Las operadoras y embarcaciones, conducidas por los habitantes del lugar, ofrecen paquetes que permiten observar a los cetáceos.
Otra alternativa es completar ese paseo en la isla de Salango –frente al poblado, a 10 minutos de tierra firme– donde se observa a piqueros, pelícanos y gaviotas.
Allí también se puede realizar snorkeling, para interactuar con los arrecifes de coral y peces. El costo de la actividad oscila entre los USD 15 y USD 25, por persona.
La pesca deportiva es otra de las opciones que ofrece la parroquia, que también cuenta con un mirador en un cerro desde el que se aprecian la bahía de Salango y su isla. En el sendero La Playita, los turistas pueden practicar caminatas en el bosque seco.
Esta también es una zona de avistamiento de aves y de anidación de tortugas marinas. Cirilo Macías, dirigente de la localidad, destaca la variedad de atractivos que presenta este punto manabita, además de su diversidad natural.
La población supera las 4 500 personas, y la mayoría se dedica a la pesca y emprendimientos turísticos. En los últimos dos años desarrollaron un proyecto con el Ministerio de Agricultura, para la producción de vegetales y frutas de ciclo corto.
“Tratamos de hacer que la gente se sienta orgullosa de su pasado histórico y que los ciudadanos puedan proyectar ese sentido de pertenencia, para impulsar el crecimiento de la comuna”, dijo Macías a este Diario, mientras recorría el museo.
La particularidad de su gastronomía tiene como platillo estrella a los percebes, un crustáceo poco común en otras playas del país, al que se le atribuyen propiedades afrodisíacas.
El Delfín Mágico, ubicado cerca del Museo Arqueológico de la comunidad, es uno de los pocos puntos en Manabí donde se ofrece la pata o uña de cabra, que consiste en la cocción rápida del crustáceo en agua marina y luego es acompañado con un aderezo de limón.