El PhD Andrés Rosales es uno de los maestros con ese grado en la Politécnica Nacional. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El catedrático de la Universidad Central Michael Ayala, de 47 años, viajó junto a sus dos hijos para estudiar su doctorado en la Universidad de Alburquerque, en Nuevo México, EE.UU. José Manuel y Camilo Antonio, hoy de 19 y 17, fueron su soporte durante los dos años que permaneció allí.
Se turnaban las tareas de limpieza de la casa. Cuando tenía exámenes, este ingeniero en agronomía apenas dormía tres horas. La razón: permanecía en la biblioteca revisando artículos de revistas o libros virtuales. Fue uno de los primeros nueve ingenieros que obtuvo una beca de la Central, para seguir un PhD en el extranjero.
La Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) rige desde el 12 de octubre del 2010. En la transitoria decimotercera se señala que el requisito de doctorado o PhD para ser profesor principal, en una universidad o politécnica, será obligatorio luego de siete años a partir de la vigencia de la norma. De no cumplirse, los profesores titulares perderán esta condición.
Según el artículo 14 del reglamento de la LOES, para que un centro superior sea considerado de investigación deberá contar al menos con el 70% de su planta docente con PhD.
Pero a tres meses (93 días) de que termine ese plazo, las universidades están lejos de alcanzar el porcentaje. Frente a eso, incluso el secretario de Educación Superior, Augusto Barrera, habló de ampliarlo.
Lo hizo en el marco del análisis al proyecto de reformas a la LOES. Si bien admitió que esta tuvo un efecto positivo en el sistema, reiteró que es otro momento. En el 2008 había 482 profesores con PhD; en el 2012, 1 056, con doctorado, de 33 720 catedráticos. Hasta el 2016 eran 2 776, de un total de 36 272, detalló Senescyt.
Enrique Santos, titular del Consejo de Educación Superior (CES), anota que el plazo fijado en la LOES solo puede ser eliminado o ampliado con una reforma. Desde esa entidad, hace dos años -asegura- se estableció que los profesores principales sin doctorado pasen a llamarse “principales del escalafón previo” (Reglamento de carrera y escalafón docente). A su juicio, se debe conservar esa condición sin necesidad de ampliar el plazo.
Con ello, luego del 12 de octubre, cuando los docentes obtengan el doctorado y cumplan con las publicaciones, pasarán a ser principales del nuevo escalafón (principales 1).
Darío Cepeda (usa lentes) es uno de los profesores con doctorado en la U. Central. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Esta sugerencia fue expuesta en la Comisión de Educación de la Asamblea y en la Senescyt, indica Santos. “Extender el plazo no es adecuado”.
Mientras, en las ‘universidades se ha buscado alcanzar la meta. En la Escuela Politécnica también se implementó un plan para que los catedráticos estudien en el extranjero.
Su rector, Jaime Calderón, dice que 63 profesores aún se preparan, mientras que 114 titulares ya cuentan con ese tipo de especialización: el 50% de los de tiempo completo.
Andrés Rosales obtuvo su PhD en sistemas de control orientados a la robótica en la U. Nacional de San Juan, Argentina. En el 2009 se ganó una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico.
Tras terminarla fue contratado en la EPN. Ocurrió en el 2014 cuando se jubilaron más de 400 catedráticos.
La beca costó aproximadamente 60 000 euros. Antes de llegar a la Politécnica, él trabajaba en el sector público, en proyectos hidroeléctricos.
En esa línea, el vicerrector de Formación Académica y Profesional de la Universidad Estatal de Guayaquil, Fernando Sandoya, asegura que 92 de los 3 400 profesores titulares y contratados tienen doctorado.
Para él, los siete años de plazo que otorga la normativa son muy cortos. “Se requiere unos 15 años para hacerlo”.
En las universidades privadas también los profesores se preparan para obtener los doctorados. El rector de la Universidad Salesiana, Javier Herrán, explica que 53 doctores dictan clases allí, lo cual equivale al 5% del total de profesores. Otros 217 cursan sus programas de PhD en universidades como la de Ferrara, en Italia; Lyon, en Francia, en la Politécnica de Madrid, entre otras.
Según el rector de la Central, Fernando Sempértegui, contaban con 11 maestros con PhD o doctorado, antes del 2014. Hoy son 114, que fueron contratados bajo concurso de merecimientos y oposición. Equivale al 35% de la planta docente.
Entre los maestros con ese tipo de grado académico, que fueron contratados, está Darío Cepeda, de 42 años. Obtuvo el doctorado en agroeconomía de la Universidad Agro Paris Tech, Francia, en el 2009.
Él es Director de posgrado en la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Central. Lo más difícil de sacar su título -relata- fue adaptarse a otro país. Incluso pensó en abandonar su especialización. “La selección del tutor es clave. Me ayudó a no abandonar lo que me propuse”, recuerda.
La meta de la Central es tener 400 profesores con PhD hasta el 2019. Alrededor de 300 docentes titulares, becados, aún se preparan en el extranjero.
Los de las ramas de la Educación y Derecho estudian en España; los de Administración y Economía, en Argentina; los agrónomos, los veterinarios y los bioquímicos, en Bruselas; los inmunólogos y genetistas, en Holanda; los ingenieros, en Nuevo México, EE.UU., etc.
Uno de ellos es Ayala, quien desarrolla su proyecto final para graduarse. Según el convenio con la U. de Alburquerque, cuatro años se requieren para sacar el PhD. Los dos primeros son de clases presenciales. El resto se destina al desarrollo de la investigación final, que debe ser publicada en una revista indexada (como tesis).
Mientras él estudiaba el doctorado los dos primeros años, sus hijos acudían al Colegio de Alburquerque. El mayor terminó la secundaria con buenas calificaciones y le dieron una beca en la misma universidad, a la que acudía su padre. Ahora, el chico cursa el primer año de Ciencias Políticas.