Gustavo Velásquez: 50 años de culto a la cumbia

El artista se sitúa a la vanguardia del género colaborando con proyectos como la orquesta La Familia y la Papaya Dada. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

El artista se sitúa a la vanguardia del género colaborando con proyectos como la orquesta La Familia y la Papaya Dada. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

El artista se sitúa a la vanguardia del género colaborando con proyectos como la orquesta La Familia y la Papaya Dada. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

Son las 19:30. El saxofón marca la primera nota musical, las trompetas se elevan y el teclado es el hilo conductor de la sesión. El calor asciende en el salón acústico, mientras el clímax de una melodía tropical marca la llegada de Gustavo Velásquez al escenario.

El ensayo deja su línea académica para convertirse en una celebración, mientras la voz del cantante demuestra que, tras 50 años de recorrido, se mantiene intacta. Emocionado e imponente, Gustavo Velásquez afina los últimos detalles del recital que presentará este viernes 4 de mayo del 2018 en el coliseo General Rumiñahui, a las 20:00.

Violencia, maldita violencia ¿Por qué no permites que reine la paz?”, entona el maestro. A la par, más de 20 músicos en escena hermanan el sonido de sus instrumentos.

No encontró mejor manera de solemnizar su trayectoria musical y la fidelidad de su público que ofreciendo una fogata bailable, espacio que lo convirtió en un insigne intérprete y precursor de la cumbia andina en América Latina.

Cuenta que se descubrió con la música en 1954, año en el que nació. En el corazón del Centro Histórico de Quito, donde residió gran parte de su vida, los primeros pasos musicales los dio junto a su familia materna, que disfrutaba del canto.

A los cinco años pisó su primer escenario: Radio Tarqui. Inocente y convencido, probó suerte en ‘La Patria y el niño’, un programa infantil con alta audiencia de la época. Melodías como Pobre corazón, Como si fuera un niño y El chullita quiteño formaron parte del repertorio que ofrecía el entonces pequeño cantante.

Su paso por diferentes radioemisoras nacionales le abrió camino hacia la profesionalización, que se afianzó en la enseñanza de Homero Idrovo, Eduardo Erazo y Héctor Jaramillo, músicos que formaron parte del Trío Los Brillantes.

A los 14 años, Velásquez ya era un cantante experimentado. Bajo la dirección de Medardo Luzuriaga, se incorporó a la emblemática orquesta Don Medardo y sus players, en la que estuvo más de 20 años, en diferentes etapas de su vida.

Su voz emigró a Colombia, donde cantó para el conjunto Los Hispanos . También llegó a Los Billos Caracas Boys, agrupación en la que reemplazó a José Luis ‘El Puma’ Rodríguez.

A partir de 1985, Velásquez, que también es abogado y sociólogo, forjó su camino como solista, consolidado al sumar logros como su éxito en el festival mundial de la OTI en Portugal. Ahí, interpretó Mi amigo el cóndor, del compositor nacional Romeo Caicedo.

Las tablas han poblado su vida de anécdotas, asegura el músico. Evoca, por ejemplo, la ocasión en que un adulto mayor manabita, de unos 90 años, se acercó para abrazarlo y le dijo: “Yo he escuchado su música desde que era guagüito”, palabras que recuerda hasta hoy.

El cantautor subirá a las tablas acompañado de la orquesta La Familia e interpretará éxitos como El aguajal, Solterito, y Solo estoy tomando. El afamado intérprete colombiano Fernando González, Iván y sus Bam Bam, La India Meliyara, Los Players, La Papaya Dada y Pepe Cobos de Los Jockers, de Manabí, unirán sus talentos para homenajear la trayectoria musical de Velásquez. El costo de las entradas oscila entre USD 15 y USD 40.

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