A inicios de año, el asalto al Capitolio de los Estados Unidos se convirtió en una de las primeras imágenes violentas que nos iba a dejar este 2021. Desde entonces, en estos meses hemos presenciado hechos que sobrepasan, muchas veces, la comprensión roussoniana de que el humano es “bueno por naturaleza”: masacres en cárceles, atentados con bombas, muertes en pasos fronterizos ilegales, maltrato a las mujeres… un listado tan extenso que casi podría identificarse como epidemia social.
En el mundo, de acuerdo con un informe presentado a inicios de año, 736 millones de mujeres entre 15 y 49 años ha sufrido por lo menos una vez de algún tipo de violencia física o sexual. Y la pandemia parece haber generalizado este problema a distintas escalas: el Fondo de Población de las Naciones Unidas estima que por cada tres meses de encierro, se esperan otros 15 millones de casos adicionales de violencia de género.
Pero existe una violencia que ha marcado a la sociedad ecuatoriana como nunca antes: la carcelaria. Este año ha sido de cifras rojas para el sistema penitenciario, con más de 320 personas privadas de la libertad muertas o heridas. Las cruentas masacres al interior de estos recintos son el mejor ejemplo de lo que sostiene Erich Fromm: el humano es violento porque su historia se escribió con sangre.
Al revisar estos y otros capítulos violentos de este año, vale la pena recordar un reciente artículo del académico Roberto Aramayo para The Conversation, ‘Reflexiones desde la filosofía: lo que covid-19 puede enseñarnos’, quien se plantea: “¿Podría esta pandemia global dar lugar a una suerte de revolución social?”.
Una respuesta clara todavía parece lejana. La tormenta pandémica, en regiones como América Latina y África, ha desatado olas de violencia en las calles. Haití este año ha estado bajo constante presión de las bandas criminales. Los migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos cada vez están más a la merced de los coyoteros. En Ciudad del Cabo se registraron enfrentamientos armados entre asociaciones de taxistas.
A pesar de los problemas, parecería que todavía hay esperanzas. Si bien ‘violencia’ fue un término muy buscado en Google, también estuvo muy asociada a otras palabras como “erradicar la violencia” o “prevenir la violencia”, lo que demuestra que empieza a desarrollarse cierta conciencia sobre esta clase de actos.