Cuando Heidy Franco supo que esperaba a Liam experimentó una mezcla de sentimientos. Lloró muy emocionada porque tendría a su primogénito, pero también le preocupó no saber en dónde se atendería hasta el parto.
“Sentía alegría y temor. Pensamos ir a una maternidad pública, la situación económica no es buena”. Pero los centros gineco-obstétricos estatales de Guayaquil estaban abarrotados y al menos dos hospitales generales que dan este servicio han limitado su atención a embarazadas con covid-19.
Heidy buscó ayuda en un centro municipal de Bastión Popular, al norte. Fue allí donde vio por primera vez al bebé en su vientre, a través de una ecografía. Y oyó sus acelerados latidos en un chequeo de rutina. Desde allí fue derivada a Aprofe, para una cesárea.
Liam nació el 18 de abril, en medio del repunte de contagios en el país. Se adelantó un par de semanas porque el cordón umbilical se le había enredado en el cuello. Luego fue hospitalizado por casi una semana debido a una enterocolitis que aún le causa molestias.
La elevada demanda de partos ha extendido el convenio entre la Alcaldía de Guayaquil y la Asociación Pro Bienestar de la Familia Ecuatoriana (Aprofe), que da atención gratuita a embarazadas. Surgió tras la emergencia sanitaria, en abril de 2020, y hasta ahora suma 586 atenciones prenatales y 453 alumbramientos.
“Identificamos la necesidad de dar opciones a mujeres de escasos recursos por la saturación del sistema. La pandemia impide que hospitales públicos las atiendan. Y las madres temen contagiarse”, explica Vivianne Almeida, de la Dirección de la Mujer del Cabildo.
Antes de la pandemia, el Hospital General Guasmo Sur reportaba unos 7 000 partos al año. Fue el primer centro centinela para covid-19 y entre marzo y abril de 2020 atendió solo estos casos. Ahora su área de ginecología funciona parcialmente; las embarazadas con el virus tienen prioridad.
El exministro de Salud, Camilo Salinas, asegura que el último repunte de contagios obligó a concentrar la atención materno-infantil en centros específicos. En Guayaquil, el flujo de usuarias se llevó al Hospital Universitario y a las maternidades del Guasmo y del Surburbio, ya saturadas.
En Quito se apuntó al Luz Elena Arizmendy. Y en el resto del país los hospitales generales han retomado la atención en cuatro especialidades básicas, entre ellas, ginecología.
La Junta de Beneficencia de Guayaquil adelantó la reapertura del Hospital Alfredo G. Paulson por la demanda. La semana pasada abrió dos consultorios en gineco-obstetricia, su área más relevante hasta antes de los planes de convertirlo en un centro de especialidades médicas. Desde el martes también atiende emergencias.
“Hay sobredemanda y es necesario tener un hospital a donde recurrir, sobre todo por casos de alta complejidad que llegan de todo el país”, indica Iván Altamirano, director técnico del Paulson. El especialista calcula que 10% de los embarazos puede ser de alto riesgo.
Rosario Sánchez fue una entre 170 pacientes de la semana anterior. El hospital cerró cuando cursaba los primeros meses de embarazo y ahora retomó los controles debido a problemas de preeclampsia.
“Tuve que buscar a la doctora que me atendió aquí desde el comienzo, en consultas particulares. Pedí atención en otras clínicas, pero eran costosas”.
En cambio, Jennifer Sarmiento espera alumbrar a su segunda hija en el Paulson. “En 2019 tuve a mi primer hijo. Fue prematuro y estuvo casi dos semanas internado”.
En ese año fue derivada por el Ministerio de Salud. Ahora ese trámite resulta complejo, así que el martes llegó para presupuestar el parto natural.
La falta de espacios en el sector público ha desviado la demanda a centros particulares como Aprofe. “Tenemos 23 camas libres de covid. Hemos atendido a madres desesperadas por un lugar seguro para dar a luz”, cuenta su directora ejecutiva, Larissa Marangoni.
Allí las cifras de atención se han duplicado. En los últimos tres meses han alcanzado unos 130 partos por mes.
Alisson Valdivieso ingresó a Aprofe cuando tenía 38 semanas de embarazo. Fue derivada por un centro municipal, donde completó gratis sus controles prenatales.
“Antes fui a un centro de salud y de ahí me enviarían al Hospital Universitario, pero siempre está lleno. Preferí no arriesgarme al contagio”.
Eythan nació por cesárea el 25 de marzo y en esta semana ya completó algunas vacunas. “Su llegada, en medio de todo, fue algo que me cambió la vida”, cuenta su mamá mientras lo consuela, está inquieto.