Ellas están convencidas de que con la vacuna anticovid-19 se salvarán dos vidas. La una, de la mujer embarazada o en proceso de lactancia; y la otra, la del bebé. Daniela Dávila, comunicadora de 29 años, y Sandra Baldeón, ingeniera agroindustrial de 38, impulsan ‘Una vacuna, dos vidas’.
Todo surgió en redes sociales, por la necesidad de contar con información sobre la inoculación a este grupo de la población, sus riesgos y beneficios. Por ello habilitaron una página en Facebook el 26 de mayo. Comenzaron con entre 10 y 15 mujeres.
Hoy cuentan con más de 1 000 interesadas, que interactúan con preguntas, como ¿qué vacuna es la más segura? o ¿qué peligros corre mi bebé?
Daniela, quien tiene seis meses de gestación y espera a un niño al que llamará José Emiliano, se hace cargo de esta página y recopila estas interrogantes. La joven se ha mantenido en teletrabajo, por lo que no ha tenido la necesidad de salir a la calle. Solo se moviliza para los controles médicos.
“Estoy en mi tercer trimestre de embarazo y me he cuidado bastante para evitar un contagio de covid-19”.
Ellas tienen un alto riesgo de infectarse o agravarse producto del virus. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. reconocen que durante la gestación la mujer está propensa a ingresar a la unidad de cuidados intensivos (UCI), encarar preeclampsia, parto prematuro o muerte fetal.
Esto se debe a que su sistema inmunológico está debilitado y hay un alto riesgo de trombosis o formación de coágulos, explica la ginecóloga obstetra Diana Cañizares, de 38 años. Es especialista en medicina materno-fetal del Hospital Metropolitano.
En el tercer trimestre del embarazo, por ejemplo, hay más riesgo porque la capacidad pulmonar es menor, debido al crecimiento del bebé. Lo que puede provocar problemas respiratorios severos.
Por ese motivo -dice- la vacunación es fundamental para la protección de esta población. “Todas deben ser consideradas. Y quienes van en el tercer trimestre deberían estar entre los grupos prioritarios”.
Francisco Cepeda, ginecólogo del Hospital San Francisco, del Seguro Social, concuerda en que la administración de la dosis es esencial, por lo que las autoridades deberían detallar los beneficios y riesgos de la inoculación. Incluso deberían establecer un seguimiento pormenorizado de quien recibió la fórmula.
“Tendrían que explicar los pros y contras de la inmunización. Las de ARN mensajero (Pfizer-BioNtech), por ejemplo, son más seguras. No se han registrado inconvenientes durante los estudios de seguridad y eficacia, como riesgo de aborto, malformaciones o patologías al nacer”.
La ministra de Salud Pública, Ximena Garzón, dio luz verde a la inoculación de este grupo, el domingo. “Las embarazadas, con un certificado que demuestre que no tienen ningún problema de salud, pueden acudir a los puntos de vacunación”.
Tras esa declaración, Daniela no dudó. El lunes, ella y su esposo José Antonio, de 34 años, fueron al Colegio Benalcázar, norte de Quito. Llevó su certificado médico, que decía que estaba en condiciones de recibirla.
“Hubo un poco de dudas, no sabían cómo actuar; tuvimos que esperar, pero finalmente me aplicaron la primera dosis de Sinovac”.
Evelyn Martínez, ingeniera de sistemas de 34 años, lleva más de seis meses o 27 semanas de gestación, por lo que se acercó a uno de los puntos en Conocoto, en el sureste de Quito.
“Fui dos veces con mi esposo y mi padre y no me colocaron la vacuna. Dijeron que no tenían lineamientos”. Aella, la aplicación de la fórmula no le genera miedo. “Temo enfermarme y dejar solo a Samuel, de 3 años. Él me necesita, la inmunización es vital”.
Las madres en fase de lactancia también esperan recibir las dosis. Hace cuatro meses, Sandra Baldeón, del colectivo, tuvo a su hija Ayni. “Según estudios internacionales, la madre puede transmitirle las defensas al bebé, por medio de su leche”, dice.
Una visión similar tiene Nancy Gómez, de 40 años. Dio a luz el sábado a su segunda hija Alina. “Es preferible hacerlo para estar protegidas”.
En Israel y en EE.UU. se incluyó a las embarazadas porque hay más beneficios que riesgos. En ese sentido, la OMS pide a las mujeres que antes consulten con sus especialistas.