El retorno a clases presenciales no fue una opción para estos padres y madres de familia. Ellos prefirieron mantener a sus hijos en la modalidad virtual, pese a que en los planteles en donde estudian retomaron estas actividades.
Esta decisión -dicen- se basa en el temor a un contagio de los chicos en las aulas de clases y a la falta de vacunas en este segmento de la población. Además, en algunas familias hay personas con enfermedades agravantes, por lo que podrían resultar afectados.
Karla Limongi tiene 44 años y dos hijas: Fabiana y Andrea, de 7 y 15, respectivamente. Ellas estudian en el Colegio Illinizas, en el valle de Los Chillos. Es una de las 3 003 instituciones que obtuvieron permiso para usar sus instalaciones. Representa el 18,8% del país.
Desde junio -cuenta la madre- les presentaron los protocolos para el retorno. Entre las medidas están el distanciamiento, el uso de mascarillas y el lavado constante de manos. También, se respeta el aforo.
“El colegio está totalmente preparado, pero como mamá no me siento segura hasta que les apliquen las vacunas”.
A la fecha, en Ecuador solo se inocula a adolescentes mayores de 16 años; más los chicos de entre 12 y 15 con alguna patología o discapacidad.
En este último grupo, 61 994 jóvenes han recibido el esquema completo (dos dosis de Pfizer-BioNtech), según cifras publicadas en el Vacunómetro, con corte al 31 de agosto.
El Ministerio de Salud Pública (MSP) anunció además que desde el lunes 13 de este mes arrancará la inmunización a los chicos de entre 12 y 15 años, sin patologías. Son cerca de 1,3 millones de habitantes en este grupo etario, según el INEC.
La aplicación será en los 1 870 centros de salud (tipo A, B y C) y otros espacios. Para ello, Salud organizará los cronogramas y lugares. Trabajará con la Cartera de Educación.
¿Qué pasará con los menores de 12? La ministra del ramo, Ximena Garzón, señaló que aún no hay la suficiente evidencia para proceder con la vacunación de este segmento de la población, que suma 4 millones de niños y niñas.
Karla espera que la aplicación de las vacunas a sus hijas se cumpla rápidamente. Así, al menos Andrea, la mayor, estará inmunizada contra este mal en las próximas semanas. “Seguiré protegiéndolas hasta que la situación mejore”.
Betty Rosales, de 37 años, coincide en que en este año y medio de pandemia cuidó al máximo a sus cinco hijas: Cristina de 4, Renata de 7, Romina de 9, Karla de 11 y Camila de 15; ninguna se ha infectado.
Tampoco se han enfermado los abuelos, de 80 y 76 años, que viven en la misma casa. “Mi padre tiene cáncer y ya está vacunado. Pese a ello, nos cuidamos mucho; no queremos correr riesgos”.
Esto incidió en la decisión de Betty de que sus hijas no vuelvan al plantel. Las cinco estudian en la Unidad Educativa Tumbaco, que cuenta con la aprobación para presencial.
Camila, la hija mayor, aceptó no volver a las aulas. Sin embargo, la adolescente extraña a sus compañeros, salir a los recreos y conversar frente a frente. Ahora lo hace por medio de su celular. Además, anhela estar en las jornadas escolares ‘en vivo y en directo’.
“Antes podíamos ver los ejercicios en la pizarra; hacer apuntes y participar. Hoy es más difícil; en la pantalla no se visualiza bien”.
Para Dayeli, de 17 años, la virtualidad también ha sido complicada. Ella cursa su último año de bachillerato en el Colegio Alexander Von Humboldt, en el norte, y su sueño es estudiar Criminalística Forense.
Por ello, cree que es importante regresar a clases presenciales para reforzar los conocimientos. Pero su madre, Marlene Pérez, de 37 años, habló con ella y le explicó que no es momento de volver.
Si bien es cierto que la joven está vacunada, la madre teme que su esposo y padre de las niñas sea afectado por un posible contagio. “Él es diabético e hipertenso, y aunque estamos inmunizados nunca se sabe”.
En la capital azuaya ocurre lo mismo. Los estudiantes que se mantienen en clases virtuales son los que aún no se han vacunado contra el covid-19.
Los padres esperan la inmunización y verificar las medidas de bioseguridad aplicadas en los planteles educativos, para autorizar la presencialidad.
A Ximena Martínez le gustaría que su hija de 14 años regresara a las aulas, porque aprende mejor. Pero decidió no cambiar de modalidad hasta que se vacune, pues teme por su salud. “Fuera de la casa, los chicos andan en grupos, en ocasiones se colocan mal la mascarilla y platican muy cerca”.
Allí están los riesgos del contagio y la propagación del virus, dice Diana Criollo, madre de un estudiante de 12 años. “Con la vacuna estarán algo protegidos, pero también es importante inculcarles siempre sobre el cuidado personal”.
Martínez y Criollo no autorizaron el retorno voluntario, controlado y progresivo, propuesto por los colegios. Sus hijos están entre 230 487 estudiantes de Azuay, Cañar y Morona Santiago que se mantendrán en clases virtuales en el inicio de ciclo 2021-2022.
Entre las tres provincias de la Zonal 6 están inscritos 284 688 alumnos.