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La dinastía ya no es un sinónimo de fortuna

Warren Buffet desplazó del tercer lugar de Forbes a Amancio Ortega.

Warren Buffet desplazó del tercer lugar de Forbes a Amancio Ortega.

A sus 101 años, el último de la ‘dinastía Rockefeller’ acumuló esa fortuna. Fotos: AFP

El último superviviente de toda una generación de ‘Rockefellers’ y la cabeza visible de la familia durante las últimas décadas, David Rockefeller, falleció el 20 de marzo, a los 101 años de edad. Él llevó con orgullo el estandarte de una familia poderosa y fue, a lo largo del siglo pasado, una de las figuras más influyentes del gran capitalismo estadounidense.

Con su muerte desapareció el último nieto vivo de John D. Rockefeller, fundador de la dinastía, que aún está considerado como el estadounidense más rico de todos los tiempos y como la persona más acaudalada de la historia moderna, que también le otorga un lugar importante en el célebre grupo de los ‘barones ladrones’.

Este término se acuñó en el siglo XIX en ese país, para denominar a quienes monopolizaron sus industrias y amasaron megafortunas, por un incumplimiento de las leyes de libre competencia. Los barones más representativos fueron: John D. Rockefeller (petróleo), Cornelius Vanderbilt (ferrocarriles), Andrew Carnegie (acero) y John Pierpont (J.P.) Morgan (banca).

A finales del siglo XIX, las principales fuentes de generación de riqueza fueron las materias primas. La consolidación de la firma Standard Oil Company, en los primeros años del siglo XX, colocó a Rockefeller en una posición dominante dentro de la naciente industria petrolera de EE.UU. El escritor Malcolm Gladwell, en su libro ‘Outliers’, calcula que este magnate podría haber llegado a manejar activos por USD 320 000 millones. Sin embargo, en 1911, la Corte Suprema de EE.UU. ordenó desintegrar esta corporación, aduciendo que estaba en contra de las leyes antimonopolio.

Warren Buffet desplazó del tercer lugar de Forbes a Amancio Ortega.

A raíz del fallo, Standard Oil se desarmó y fue un germen para constituir otras firmas como Chevron, Exxon y Mobil. A pesar de ello, la familia continuó siendo influyente en EE.UU., así como fueron los herederos de J.P. Morgan, compañía financiera que ha tenido un rol vital en la historia económica de esta nación, y consecuentemente en el mundo.

Incluso diversas versiones apuntan a que los Morgan tuvieron mucho que ver en la decisión de EE.UU. de entrar en la Primera Guerra Mundial y también se les acusa de injerencia en el manejo de la Reserva Federal (Fed) y sus decisiones de política monetaria.

Fortunas tecnológicas

Un siglo después, las grandes fortunas se concentran en el desarrollo tecnológico, aunque muchas de las empresas surgieron en los hogares. En 1975, por ejemplo, Bill Gates y Paul Allen fundaron Microsoft en el garaje donde se guardaba el auto de la familia Gates; mientras que, un año después, Steve Jobs junto a Steve Wozniak comenzó el desarrollo de Apple en el garaje de la casa del padre de Jobs, en Palo Alto, California.

Las fortunas tecnológicas se concentran en EE.UU.: 78 de 183 en el mundo son de ese país. Según Forbes, esos 183 acaudalados de la tecnología suman un patrimonio de un billón de dólares. La persona con más dinero de la industria tecnológica, que también es la persona más rica del mundo, es el cofundador de Microsoft, Bill Gates. Su patrimonio neto escaló de USD 11 000 millones a un estimado de 86 000 millones. En diciembre del año pasado, Gates anunció que invertiría USD 1 000 millones para abrir el fondo de inversión Breakthrough Energy y, de esta manera, apostar por nuevas formas de energía limpia junto con 20 personas, incluyendo al fundador de Amazon, Jeff Bezos, y al de Alibaba, Jack Ma.

Bill Gates ha encabezado 18 veces la lista Forbes, en los últimos 30 años.

No más dinastías

A diferencia de los millonarios de la industria tecnológica, el segundo en la lista de Forbes ha logrado la mayor parte de su fortuna vendiendo y comprando acciones de empresas en la Bolsa, y no de la actividad empresarial como tal. Warren Buffett , quien promulga que “no se debe invertir en cosas que no se conoce”, comenzó a adquirir acciones del Washington Post Co., en 1973; seis años más tarde compró papeles de ABC, una de las más grandes cadenas de televisión de Estados Unidos.

Al contrario de los Rockefeller, Buffet dice que no cree en las “dinastías de millonarios” ni en que “los padres tengan que dejar una posición económica o social a sus hijos”. Considera que los hijos deben tener educación y trabajar para buscar su posición en la vida. “No creo en las fortunas familiares sino en la igualdad de oportunidades”. Bajo ese principio, donó el 80% de su fortuna a cinco fundaciones; la más beneficiada es la Bill & Melinda Gates Foundation.

La intención de estos dos personajes, Bill y Melinda, también es destinar sus millones a la caridad. Solo entre 1994 y 2014, la pareja donó más de USD 35 000 millones. Su intención es dejar a la fundación el 95% de lo que quede de su fortuna cuando mueran.

Los multimillonarios

América del Norte sigue siendo la región con el mayor número de ultrarricos: 75 000 personas que suman activos por USD 10 trillones, según un estudio elaborado por la firma suiza de servicios financieros UBS. El segundo lugar es Europa, seguido de Asia.

Aunque para el año 2027, Asia tendrá más millonarios que Europa.
No obstante los reportes de Forbes, con base en los precios de las acciones de las empresas y los tipos de cambio, también hay multimillonarios que no pasan por sus ‘rankings’.

Es el caso de la familia Rothschild, de origen judío alemán, que desciende de Mayer Amschel Rothschild y que estableció su negocio bancario en la década de 1760. Rothschild legó su fortuna a sus cinco hijos, quienes crearon una familia internacional influyente de banqueros en Viena, Londres, París, Nápoles y Fráncfort.

Hoy, David René de Rothschild mantiene el negocio familiar. En el 2003, las empresas inglesas y francesas de la familia se fusionaron en Rothschild Group, un grupo asesor financiero mundial, que aparentemente maneja cientos de miles de millones de dólares. Pero es una de las excepciones a la regla: la dinastía ya no es sinónimo de fortuna.