Loma Linda, comunidad Chachi, está ubicada a cuatro horas, partiendo desde la parroquia Borbón, se puede observar las actividades cotidianas de los indígenas. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Hombres que reman sobre sus canoas y balsas cargadas de plátano, madera y guadúas matizan el paisaje boscoso mientras se navega por el río Cayapas, norte de la provincia de Esmeraldas.
Durante la trayectoria fluvial-hacia Loma Linda, comunidad Chachi, ubicada a cuatro horas, partiendo desde la parroquia Borbón, se puede observar las actividades cotidianas de los indígenas.
Fernando López, un chachi de 50 años, labra canoas junto al afluente. Él conserva plantaciones de tagua, de donde obtiene las hojas que utiliza en la cubierta de su casa. Dice que el trabajo de la población está orientado al cuidado del bosque y evitar la tala.
Una humareda que sale por la azotea de la casa de López es muestra de que preparan el fogón para ahumar la carne de monte producto de la caza, actividad que aún desarrollan fuera del aérea de reserva.
En ese bosque existen variedades de maderas como guayacán y chalviande.
Loma Linda es una de las siete comunidades que conforman el centro Chachi de San Miguel, parroquia Telembí, cantón Eloy Alfaro, norte de la provincia de Esmeraldas.
Esta población está ubicada en la parte alta del río Cayapas, junto a la zona de amortiguamiento de la reserva Cotacachi-Cayapas, zona baja, desde donde se ve la exuberante vegetación, una parte destinada a la conservación.
Para conservar su patrimonio natural, el centro Chachi San Miguel, del que es parte Loma Linda, desde hace nueve años destinó 1 047 hectáreas de floresta en el programa Socio Bosque del Ministerio del Ambiente, de las 6 000 hectáreas que posee.
Del programa se benefician 425 personas de 85 familias de esas comunidades, que reciben un incentivo anual de USD 19 417 por la conservación del bosque. El dinero es reinvertido en siete poblaciones chachis de acuerdo con el plan de inversión de los habitantes.
Wilson Díaz, dirigente de la nacionalidad Chachi, explica que ha sido un reto concienciar a las familias sobre el cuidado del bosque, debido la tala de los arboles. “Todas las comunidades nos hemos unido para cuidar la naturaleza”, señala José Añapa, habitante de Loma Linda.
Las mujeres desarrollan trabajos artesanales con las fibras del bejuco, con las que realizan canastas.
Los indígenas destinan una parte de los recursos económicos a la contratación de dos guardaparques locales, encargados de monitorear el área de conservación para evitar invasiones, y que se aproveche ilegalmente la madera.
Del plan se benefician habitantes de poblaciones chachis como Cafetal, Cooperativa, Calle Larga, Corriente Seco, El Progreso, Estero Vicente y Loma Linda, que integran el centro Chachi de San Miguel.
Fabricio Ortega, responsable de la Unidad de Patrimonio del Ministerio del Ambiente, explica que en el área de conservación está prohibido cazar, pescar y talar árboles, pero se les permite sacar un árbol para crear sus canoas y viviendas.
Esa unidad se encarga del seguimiento tras la entrega del incentivo, programa reuniones con la comunidad que recibe capacitación sobre manejo tributario, conservación de las especies de árboles y animales que habitan en la zona.
En ese bosque existen variedades de maderas como guayacán, chalviande, cuangare y laurel. Con el apoyo de Usaid, en los años 90, los chachis trabajaron en desarrollo comunitario y se creó una red comunitaria de comercialización de madera, señala Luvin Oviedo, exconsultor de Usaid.
Por encontrarse junto a la reserva Cotacachi-Cayapas, los indígenas de Loma Linda y zonas aledañas cuentan con rutas y senderos para mostrar el bosque primario que tienen y las bondades naturales.
De esa manera comercializaban la madera de forma asociativa, mediante el uso de planes de manejo sostenible, lo que permitió sembrar especies como laurel -que no es nativo del sector-, teca y balsa, a través de un programa de reforestación.
En Loma Linda la madera sigue siendo el principal rubro, luego está el cacao del que se han sembrado 1 200 hectáreas, en toda la parroquia Telembí, que les genera recursos económicos para sostén de las familias chachis.
Las mujeres trabajan en su unidad familiar de producción de alimentos. Las chachis adultas cortan las fibras de rampira o paja toquilla, de la que utilizan la fibra del tallo para hacer esteras, canastos y abanicos, que vende a los turistas que llegan a la comunidad.