Son cinco personas. Viven en un pequeño cuarto con una cocina y una cama. Ahí duermen los padres, mientras los tres chicos (16, 11 y 7 años de edad) tienen un colchón de plaza y media sobre una tabla sostenida por dos sofás.
Mientras Amanda Saquinga muestra cómo se han adaptado en este pequeño lugar, en el barrio San Francisco de Miravalle -una pendiente junto a Guápulo del oriente de Quito-, cuenta sus calamidades económicas.
Amanda, de 34 años, era beneficiaria del Bono de Desarrollo Humano (BDH), hasta inicios del 2020, pero dejó de recibir los USD 50 al mes cuando fue contratada como empleada doméstica y le afiliaron al IESS.
Pero su sueldo de USD 150 duró apenas cuatro meses hasta que fue despedida por la pandemia. En los últimos días, la comida que compraron hace un mes, empieza a escasear.
Su esposo es albañil pero no tiene empleo fijo, así que traer el alimento a esta casa resulta un desafío diario.
Pese a que esta familia dejó de recibir el bono, entre enero y agosto de 2020 e igual período de 2021, el número de beneficiarios se duplicó. Según el registro del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) pasaron de 424 648 a 841 256.
Esta duplicación se explica si se toma en cuenta que durante la emergencia sanitaria, la cantidad de personas en situación de vulnerabilidad económica en el Ecuador pasó de 4,3 millones a 5,7 millones.
Otro dato: según el Plan Nacional de Desarrollo, la pandemia dejó más de 431 000 nuevos pobres; 196 000 pobres extremos y se perdieron 532 359 plazas de trabajo durante el 2020.
Con esta realidad que se ha extendido a este año, el gran reto ahora es depurar las listas de los usuarios de los subsidios sociales, como lo dispuso el presidente, Guillermo Lasso.
“Necesitamos depurar ese registro social, desechando todo tipo de clientelismo político, personalismo e interés partidista”, dijo el Mandatario, el 15 de septiembre pasado.
Esta tarea justamente estará a cargo del nuevo titular del MIES, Esteban Bernal, cuya hoja de vida destaca por su trayectoria política, como jefe de campaña del movimiento oficialista Creo en Azuay, exasambleísta de esa provincia; exgobernador.
Tras 11 días en el cargo, los criterios para esta depuración no se conocen. Este Diario pidió esa información, pero el área de Comunicación del MIES-vía correo electrónico- dijo que están en etapa de transición y las nuevas autoridades necesitan tener el conocimiento del accionar del Ministerio.
Quienes aún reciben el BDH y los que fueron suprimidos tienen expectativas de saber cuál será la nueva política gubernamental.
En los ocho primeros meses de este año se han devengado (pagado y comprometido a pagar) casi USD 230 millones, una cifra similar a la del 2020 y para 2021 se ha presupuestado en la proforma casi USD 500 millones.
En el barrio San Francisco, donde Amanda vive, hay más personas que afrontan a diario las limitaciones económicas. Su tía, María Saquinga, por ejemplo, cuenta que su hermano Francisco, de 81 años de edad, dejó de recibir el Bono Joaquín Gallegos Lara.
Él tiene una discapacidad física desde que nació, no escucha ni habla, pero sonríe. Desde su silla de ruedas estira su mano para saludar. Tras la muerte de su padre dejó de recibir los USD 240 mensuales, pues empezó a recibir una cantidad al mes, por un seguro que el fallecido tenía. No es suficiente, dice su hermana María, “pero hay que hacer alcanzar como sea”.
Frente a esto, la mujer de 53 años empezó a criar gallinas en el patio de su casa; las pela y vende cada dos meses, por lo que gana cerca de USD 150. También le ayuda a una sobrina a coser. Ella tiene esperanza de volver a recibir el bono del MIES, pues necesita para los controles médicos particulares de su hermano, ya que no cuenta con seguro de salud.
El número de usuarios del Joaquín Gallegos Lara se incrementó en 4%, entre enero y agosto del 2020-2021. Dentro de la proforma presupuestaria se fijaron USD 95 millones anuales para cubrir a las personas que tienen algún tipo de discapacidad.
Manuel Castro es otro adulto mayor de 82 años, que llega al final del mes con las justas. Él recibe los USD 50 del BDH, pero vive con temor de que lo saquen de la lista. Si esto ocurre no pudiera cubrir su alimentación y el tratamiento de su próstata.
Gasta en su comida USD 20 y el resto lo guarda para comprar sondas permanentemente. A través de este aparato logra orinar; esta anomalía pudiera ser solucionada con una cirugía, pero Manuel no ha tenido acceso.
Todas las mañanas, este hombre sale de su pequeña casa de madera, que recibió de una fundación, y va hasta un terreno en el que siembra habas y maíz. Atraviesa San Francisco, en donde las casas están sobre lomas y separadas por matorrales.
Ahí los habitantes han improvisado gradas de tierra para acceder a sus viviendas. En la casa de Patricia Quishpe colocaron piedras para dar cierta estabilidad. Pero una simple caída agravaría el estado de su cadera, donde colocaron prótesis hace 10 años.
La madre de familia se sostiene de paredes y muros para llegar hasta su vivienda, heredada por sus padres. En ella vive con sus hijos de 24 y 21 años de edad. La chica mayor se encuentra en el desempleo, por lo que el único sustento del hogar es su hijo, que trabaja como electricista.
Patricia, de 44 años, es viuda. Toma calcio todos los días como parte de su tratamiento y para eso le sirve el BDH. Antes de la pandemia criaba cerdos para vender a restaurantes, pero dejaron de comprarle por la crisis.
El MIES tienen una caracterización del hogar de los usuarios de bonos sociales. En el BDH, por ejemplo, se registró que el 44,8% de los beneficiarios hasta el 2018 quemaban la basura que producían y que un 41,9% no daban tratamiento al agua en el hogar y la consumían como llegaba del grifo.
El 54,8% vivía en una casa o villa, mientras el 28,2% en chozas o covachas. En el 26,7% de los casos, la vivienda es cedida, como en el caso de Mónica Castro, quien vive en un pequeño cuarto de la casa de su suegra, con tres hijos y su esposo. La mujer de 40 años aprovechó el beneficio del MIES para pedir un préstamo de USD 600 y montar su taller de costura. Eso implica que no recibe el monto mensual por dos años, pero asegura que es más conveniente, ya que obtiene entre USD 30 y 120 al mes, por hacer estuches de instrumentos musicales.
“Necesitamos depurar ese registro”. El presidente Guillermo Lasso hizo el anuncio en la posesión de los nuevos ministros de su Gabinete » https://bit.ly/3lrfD3b
Posted by El Comercio on Wednesday, September 15, 2021