No se lo había visto hace 42 años. Lo único que se sabía era que habitaba en los bosques nublados del norte del país, específicamente en Tandayapa, noroccidente de Pichincha.
Fue por eso que lo nombraron sapo andino de Tandayapa (Andinophryne olallaique).
Tiempo después Ryan Lynch, biólogo experto en anfibios y reptiles en una de sus expediciones por la Reserva Río Mandariacu, en Imbabura, lo volvió a ver. En un inicio -dice Lynch- no sabía la especie, pero de lo que sí estaba seguro era que se trataba de un ejemplar ‘especial’. Fue por eso que lo fotografió y envió la imagen, vía correo electrónico, a Santiago Ron, investigador de la Universidad Católica del Ecuador.
“Cuando lo vi no lo podía creer, era una especie que se creía extinta, pues hace más de cuatro décadas que nadie lo había registrado”, dice Ron.
El redescubrimiento se dio en junio del 2012, pero para validar la información se necesitó de un año y medio de estudios.
Después de eso, Ron y Lynch decidieron hacer pública la noticia y para constatar su existencia organizaron una nueva expedición hasta la zona donde se lo había visto.
El viaje empezó a las 07:00 del último viernes. Después de cuatro horas de recorrido en carro, se llegó por una carretera de segundo orden hasta la Reserva Mandariacu. El clima tropical y húmedo característico de la zona obligó a desprenderse de las chompas y a abrir las ventanas de los vehículos.
Ron y Lynch fueron acompañados por su colega Sebastián Kohn, quien administra la Reserva hace tres años, y María José Navarrete, estudiante de primer año de Biología.
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A 10 metros de donde se estacionaron los carros, un riachuelo cristalino dio la bienvenida. Fue necesario colocase botas de caucho, pues al cruzar el arroyo, el lodo fue el compañero persistente en la ruta.
Con las mochilas sobre los hombros, los biólogos avanzaron. Sus piernas se enterraban en los pantanos. Así caminaron cuatro horas.
La caminata concluyó a las 17:00 y se reactivó a las 20:00, hora para ver la actividad de anfibios, que por lo general son especies nocturnas.
En Ecuador existen 453 especies de ranas y sapos y ocupa el tercer lugar en el mundo, por debajo de Colombia y Brasil. Pero si se considera la extensión territorial, es la nación con mayor número de especies por kilómetro cuadrado.
Tras recorrer las orillas del río Mandariacu uno a uno fueron apareciendo los especímenes del sapo que se creía extinto. Uno de ellos reposaba en una hoja y al sentir la luz que emanaba de las linternas colocadas en la cabeza de los biólogos se quedó inmóvil, tanto así que fue posible fotografiarlo en su hábitat natural y capturarlo para hacerle un chequeo y liberarlo al siguiente día.
Se atrapó a dos ejemplares: un macho de 3 centímetros y una hembra de 7 cm. Ambos de color café con manchas amarillas (glándulas venenosas) en los flancos.
Ron dijo que hasta ahora se desconoce su forma de reproducción y alimento.
SDLq Hay tres especies del género sapo Andinophryne, y todas han sido difíciles de catalogar, a pesar de cientos de horas de búsqueda. El sapo andino de Tandayapa fue el menos conocido de todos”. Lynch agregó que planea realizar un estudio a fondo de esta especie.
Con la luz de un nuevo día, las características físicas (ver infografía) del anfibio fueron más evidentes. Luego de fotografiarlo, Ron y Navarrete llevaron a los animales a la orilla del río y los liberaron.
De camino al refugio, los biólogos comentaron su preocupación por el futuro de esta especie, pues manejan la hipótesis de que el animal parece haber desaparecido de donde fue recolectado originalmente hace más de 43 años, en Tandayapa, una zona que ha sido ampliamente dispersada por la actividad humana.
En Contexto
En diciembre del 2013, otros biólogos hallaron en Mindo al lagarto Pinocho (Anolis proboscis) una especie de reptil que la National Geographic había catalogado extinta.
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