Un accidente en moto cambió hace dos años la vida de Hugo Vargas. Su brazo izquierdo quedó colgando de su cuerpo. De inmediato fue operado pero los resultados no fueron buenos. Perdió por completo la movilidad y la sensibilidad en esta extremidad.
Durante ese tiempo, el joven de 25 años asistió a terapia física, pero no vio mejoría. Según el diagnóstico médico, Vargas sufrió una grave lesión en el plexo braquial, un grupo de nervios que nace de la médula cervical y que se extiende desde la base del cuello hasta la axila para dar movimiento a las extremidades superiores.
Pese al pronóstico negativo, hace un mes el caso de Vargas dio un giro. Este infante de Marina se convirtió en la primera persona en el país a quien se le practicó un trasplante muscular para recuperar el movimiento de su brazo.
La operación se realizó como parte de un congreso organizado por la Sociedad Ecuatoriana de Cirugía Estética (SECE), en Guayaquil. En este participó Joan Barret, cirujano plástico español, experto en microcirugía y reconocido por realizar el primer trasplante de rostro en el mundo. También intervino el destacado médico cuencano Juan Pablo Cáceres, especializado en España en cirugía de plexo braquial.
David Alcívar, médico de la SECE, colaboró en la intervención que duró nueve horas y que se realizó en el Hospital Naval de Guayaquil. “Fue una cirugía simultánea. Mientras un cirujano retiraba el músculo de la pierna, el otro abría los nervios que aún podrían ser utilizados en el brazo”.
En el quirófano, un equipo de 12 personas aportó en la técnica que se ejecutó en dos fases. La primera consistió en extraer un músculo de la pierna. En el muslo se localizan cuatro músculos, entre ellos el gracilis. Su extracción, con sus tendones, nervios, arterias y venas, no implicó ningún daño.
A la par se buscó una conexión nerviosa en buen estado en el plexo braquial del brazo. Para ello se hizo una incisión desde la zona lateral del cuello hasta la axila para hallar un nervio espinal al que se pueda unir el músculo extraído.
Esa conexión es la fase más importante. Para ello se requiere usar microscopios especiales para ampliar la imagen de las diminutas arterias, venas y nervios y poder anclarlas al hombro y al codo. Para la unión se usan suturas mucho más finas que un cabello. Sin embargo, en este caso no se emplearon hilos. Cáceres aplicó un pegamento biológico de fibrina para reemplazar a las suturas. Este material permite una mejor circulación de la sangre.
“Es algo maravilloso ver cómo el músculo se empieza a poner pálido cuando lo extraen de la pierna y luego retoma la coloración cuando es conectado a la arteria ya en el brazo”, cuenta Alcívar.
Tras la conexión del nervio espinal con el músculo se espera recuperar paulatinamente los movimientos de aducción, flexión, extensión y rotación del brazo.
A Vargas le tomará año y medio ver resultados. Luego tendrá que pasar por un programa estricto de fisioterapia y rehabilitación de hasta dos años . La operación puede costar USD 12 000, pero el Hospital Naval cubrió los gastos.
Cuando la lesión es de menor gravedad y, si no ha pasado un año desde que se produjo, lo recomendable es realizar solo una cirugía de plexo braquial. Cáceres es especialista en esta técnica. En Ecuador ha realizado cerca de 30 procedimientos de este tipo, colocando injertos nerviosos del propio paciente o realizando neurotizaciones, es decir, transfiriendo la corriente nerviosa de un nervio sano hacia el afectado para recuperar la función muscular.
Cáceres detalla que este procedimiento puede durar de cuatro a seis horas y los resultados se ven más rápidamente, en un lapso de seis a ocho meses después.
Para Hugo Vargas, el trasplante muscular es solo un primer paso. Cáceres explica que por ahora la meta es obtener una flexión del codo. Pero en una segunda cirugía se hará otra transferencia para obtener la flexión de los dedos.