Los adultos mayores que participan semanalmente en diferentes tipos de actividades de tiempo libre, como caminar para hacer ejercicio, correr, nadar o jugar al tenis, pueden tener un menor riesgo de muerte por cualquier causa, así como de muerte por enfermedad cardiovascular y cáncer. Así lo estableció un nuevo estudio dirigido por investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos y publicado en la revista JAMA Network Open.
Los hallazgos sugieren que es importante que los adultos mayores participen en actividades de tiempo libre que disfruten y puedan mantener. Muchos tipos de estas actividades pueden reducir el riesgo de muerte, resumieron los autores.
Se utilizaron datos de 272 500 adultos de entre 59 y 82 años que habían completado cuestionarios sobre sus actividades de tiempo libre como parte del Estudio de Dieta y Salud NIH-AARP. Aquí, los investigadores analizaron si la participación en cantidades equivalentes de siete actividades de ejercicio y recreativas diferentes se asociaba con un menor riesgo de muerte. Se incluye correr, montar en bicicleta, nadar, otros ejercicios aeróbicos, deportes de raqueta, golf y caminar para hacer ejercicio.
Los análisis revelaron que alcanzar la cantidad recomendada de actividad física por semana mediante cualquier combinación de estas actividades se asociaba a un riesgo de muerte por cualquier causa un 13% menor en comparación con la no participación en estas actividades.
Efectos combinados
Cuando analizaron el papel de cada actividad por separado, la práctica de deportes de raqueta se asoció con una reducción del 16% del riesgo y el correr con una reducción del 15%. Sin embargo, todas las actividades investigadas se asociaron de forma similar con menores riesgos de muerte.
La segunda edición de las Directrices de Actividad Física para los Estadounidenses recomienda que los adultos realicen de 2,5 a 5 horas de actividad física aeróbica de intensidad moderada. O también, de 1,25 a 2,5 horas de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa, cada semana.
Los niveles de actividad de los individuos más activos (los que superaban los niveles recomendados de actividad física) se asociaron con reducciones aún mayores del riesgo de muerte. Pero hubo rendimientos decrecientes a medida que aumentaban los niveles de actividad. Incluso las personas que realizaban alguna actividad recreativa, aunque menos de la recomendada, presentaban una reducción del riesgo de muerte del 5% respecto a los que no participaban en ninguna de las actividades estudiadas.
Estas actividades también se asociaron a un menor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y cáncer. La práctica de deportes de raqueta se asoció con la mayor reducción del riesgo de muertes cardiovasculares (27% de reducción). Mientras que correr se relaciona con una mayor disminución del riesgo de muertes por cáncer (19% de reducción).
Confirmación de hallazgos
En el mismo sentido, investigadores de la Escuela Herbert Wertheim de Salud Pública y Ciencias de la Longevidad Humana de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) evidenciaron que la actividad física puede tener un papel más importante que los genes en la longevidad.
Las mujeres participantes en el estudio, de 63 años o más, llevaron un acelerómetro de grado de investigación durante un máximo de siete días. Esto servía para medir el tiempo que pasaban en movimiento, la intensidad de la actividad física y el tiempo de sedentarismo.
Y al igual que en el estudio anterior, un mayor tiempo de sedentarismo se asoció a un mayor riesgo de mortalidad. Y estas asociaciones fueron consistentes entre las mujeres que tenían diferentes niveles de predisposición genética para la longevidad e incluso su situación de salud previa.