El temor regresó de golpe cuando recibió el diagnóstico. Unos días antes la sospecha daba vueltas en su mente por algunos síntomas: algo de picazón en la nariz, estornudos esporádicos, pocos grados de fiebre.
“Tuve miedo. Ya habíamos vivido el inicio de la pandemia y aunque la enfermedad ahora no es tan severa, siempre queda la pregunta: ¿qué pasa si contagio de covid-19 a alguien de mi familia y se agrava?”, cuenta una enfermera de un hospital de Guayaquil.
El acelerado avance del covid-19, relacionado con la circulación de la variante Ómicorn, también afecta al personal sanitario. Desde diciembre, los servicios de salud han sufrido bajas por infecciones entre médicos, enfermeros, auxiliares y administrativos. El Colegio de Médicos del Guayas calcula que un 30% de profesionales de la provincia ha sido afectado.
“Incluso hay servicios que están cerrados porque la mayoría del personal se enfermó”, dice Wilson Tenorio, presidente del gremio.
Pone como ejemplo el cierre temporal del área de Traumatología de un hospital guayaquileño, porque sus servidores tienen permiso médico. “Muchos nos llaman con temor, pidiendo la reserva, porque son vulnerables por otras enfermedades crónicas”.
La salud mental ha sido otra de las afectaciones. Una investigación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recopila 14 500 entrevistas a personal sanitario de la región. Revela que unos 3 190 tuvieron síntomas depresivos en el inicio de la pandemia.
Otros cuadros coinciden con estrés, ansiedad e incluso ideas suicidas tras la mortal ola de 2020. La necesidad de apoyo emocional, la preocupación por contagiar a sus familias, conflictos con los familiares de los pacientes y los cambios de funciones fueron los principales factores que incidieron.
El estudio fue publicado este mes y durante su presentación el director del departamento de Salud Mental de la OPS, Anselm Hennis, hizo un llamado a “cuidar de quienes nos cuidan” porque la pandemia no ha terminado.
En el Hospital Pablo Arturo Suárez trabajan 1 142 personas. María Alexandra Cevallos, responsable de la Unidad de Seguridad y Salud, recuerda que las encuestas revelaron que un 30% fue afectado psicológicamente al inicio de la pandemia. Hubo áreas más golpeadas, como Emergencia. Ahora, con el aumento de casos, las secuelas se han extendido a otros servicios.
“Desde el 15 de diciembre reportamos 120 contagiados. No son casos complicados, pero tenemos 10 personas con síntomas de miedo, que son atendidas por el área de Salud Mental para retomar sus actividades”, dice Cevallos.
El acompañamiento, por ahora, es virtual. Pero en estos casi dos años, Cevallos explica que han realizado actividades internas de apoyo emocional y autocuidado, algunas grupales (según los aforos autorizados) y otras individuales.
Según la psicóloga Adriana Mejía, muchas veces no conocemos nuestras emociones o están reprimidas. “Para eso les enseñamos técnicas que les ayudan a detectar cuándo tienen miedo, tristeza, depresión, ansiedad, angustia”.
Mejía es parte del equipo de Salud Mental del Hospital Monte Sinaí de Guayaquil, donde trabajan 520 personas. En el pico de contagios de 2020, el 20% requirió atención por problemas emocionales.
“Algunos diagnósticos de ese tiempo, como episodios depresivos, estrés postraumático, ansiedad generalizada, siguen presentes, pero han disminuido porque el personal está un poco más preparado para manejar sus emociones ante una crisis”, agrega.
Esta nueva ola de contagios añade una mayor dosis de estrés. Por un lado, hace recordar el trauma del arranque de la pandemia, pero también hay más presión debido a la sobrecarga de trabajo generada por la falta de relevos.
El presidente del Colegio de Médicos de Pichicha, Víctor Álvarez, dice que no hay cifras claras en la provincia, pero el impacto de los contagios es evidente en servicios públicos y privados, en áreas covid y no covid. El Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS, por ejemplo, ha reportado 420 contagios entre su personal y hasta la semana pasada tenía 195 bajas.
Por eso, Álvarez pide la solidaridad de la comunidad en los cuidados para bajar los contagios y dar un respiro al personal sanitario. “No somos héroes, somos seres humanos y estamos expuestos a los mismos riesgos”.