El nobel fue para nueve científicos de avanzada

y agencias (I)
Las investigaciones en torno al funcionamiento del reloj biológico, la obtención de imágenes en alta resolución de biomoléculas o la detección de las ondas gravitacionales son los avances ahora premiados en los Nobel y que, a la postre, abren un universo de posibilidades para comprender de mejor manera el macro y microcosmos.
Una técnica para ver el ‘cuerpo’ de organismos
Jacques Dubochet, Joachim Frank y Richard Henderson ganaron el Nobel de Química por el desarrollo del microscopio crioelectrónico, que sirve para obtener imágenes en alta resolución de la estructura de diminutas biomoléculas en solución.
De acuerdo con el microbiólogo ecuatoriano Marco Cárdenas, esta técnica ha permitido que la ciencia pueda ver en alta resolución la composición de ciertos virus, como el del zika, por ejemplo. Hasta hace una década, explica, la observación de ciertos organismos se hacía con microscopios eléctricos, de los cuales se obtenían imágenes bidimensionales y un poco distorsionadas.
Hace cuatro años, los científicos que ahora ganaron el Nobel lograron crear imágenes tridimensionales mediante la criogenia, es decir, congelar rápidamente los microorganismos para luego capturar una imagen definida de estos.
Un reloj que se autorregula en las personas
Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young fueron los encargados de entender cómo el reloj biológico puede ajustarse dependiendo de la luz o el temporizador externo.
Los ganadores del Nobel en Medicina hallaron que este reloj funciona de manera adecuada gracias a un gen que codifica la proteína PER. Cuando la concentración de las proteínas PER es elevada se bloquea dicho gen y la proteína frena su propia producción.
De acuerdo con el médico especialista en trastornos del sueño, Fernando Espín, estos cambios en la producción de PER son los que permiten que el cuerpo repose y se recupere de una intensa jornada, y hasta logre batallar en contra de patógenos oportunistas.
El experimento que dio la razón a Einstein
Hace ahora dos años, el 14 de septiembre de 2015, el experimento LIGO detectó por primera vez las ondas gravitacionales, cuya existencia formuló Albert Einstein en su famosa Teoría de la Relatividad General.
En este experimento intervinieron Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, ahora Nobel en Física, demostrando que existen otras formas de mirar el universo.
Su experimento abrió una nueva frontera en la investigación astronómica de eventos violentos, como las colisiones de agujeros negros. Los científicos demostraron que este tipo de fenómenos, aun cuando sucedan a millones de años, alteran la superficie del espacio-tiempo, muy similar al movimiento de las olas en el mar.
Con ello, se puede conocer cuando, en algún lugar del espacio, dos estrellas están en colisión, o si se ha creado un gran agujero negro en un sitio lejano de la galaxia.
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