El envenenamiento y la presencia de perros ferales aumentan el riesgo de extinción de esta ave en Ecuador. Foto: cortesía Fabricio Narváez/ Fundación Cóndor Andino.
La población del cóndor en Ecuador, de acuerdo con su dinámica, podría llegar a extinguirse en 60 años. Si a esto se suman las amenazas que sufre actualmente en el país, su desaparición podría acelerarse aún más.
En el último censo nacional del 2018 se logró contabilizar 150 ejemplares. Fabricio Narváez, técnico de campo del Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino y miembro de la Fundación Cóndor Andino Ecuador, explica que en este trabajo se evidencia que el número de individuos inmaduros no es lo suficientemente grande como para considerar que existe una población saludable. Estos resultados muestran que este factor podría acelerar su extinción, ya que no existen los juveniles necesarios que puedan reemplazar a los adultos en el futuro.
Narváez explica que los rastreadores satelitales colocados en estos cóndores también muestran que se trata de una población cerrada. Esto significa que no existe un flujo grande o activo con los grupos que pueden estar en Perú o Colombia. Para que una población de este tipo sea viable o permanezca en el tiempo, debería tener al menos 700 parejas reproductivas. De acuerdo con el censo, en Ecuador se podrían formar solo 40.
Los investigadores colocaron una banda alar a Morro, uno de los dos cóndores rescatados por envenenamiento. Foto: Cortesía Fabricio Narváez/ Fundación Cóndor Andino
En los últimos meses, el envenenamiento y la presencia de perros ferales en las zonas utilizadas por las aves han puesto en mayor riesgo su situación. Desde diciembre del 2018 hasta marzo del 2019 se ha registrado oficialmente un cóndor muerto y dos heridos por estas causas. Además, durante el monitoreo de los investigadores en busca de las carroñas envenenadas, hallaron el cuerpo de otro cóndor que también lo asocian con estas causas.
Narváez explica que en un proceso de envenenamiento, los individuos que se logran identificar suelen ser solo una fracción de lo que realmente se afectó. De acuerdo con la información que recabaronen los páramos del Cotopaxi, el veneno fue utilizado para atrapar a los perros ferales que atacan al ganado de las personas. El problema es que estas carroñas también son consumidas por la fauna silvestre de la zona.
Durante los monitoreos en los páramos de Cotopaxi, los investigadores hallaron el cadáver de otro cóndor juvenil. Foto: Cortesía Fabricio Narváez/ Fundación Cóndor Andino.
A esto se suma la pérdida del hábitat, la cacería ilegal y la falta de alimento dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que acentúan las interacciones negativas cóndor-humano.
Esta situación y los recientes episodios de envenenamiento han motivado a organizaciones de la sociedad civil a pedir mayores protecciones.
Hugo Echeverría, abogado ambiental, explica que el 21 de febrero, la fundación Cedenma envió un oficio al Ministerio del Ambiente para pedir que exista mayor presencia institucional en los páramos de Cotopaxi, se tomen acciones orientadas al retiro de la carroña envenenada y se logre prevenir, con la presencia institucional y la coordinación entre autoridades locales, nuevos casos de envenenamiento en el país. Además, se pide que se ponga en práctica el plan para la conservación de esta especie, que fue presentado este año.
A través de cámaras trampa se ha identificado la presencia de perros ferales en las zonas del cóndor. Foto: cortesía Fabricio Narváez/ Fundación Cóndor Andino.
El MAE explica que este plan tiene un cronograma de ejecución para 10 años. Según esta Cartera de Estado, se han implementado actividades como la conformación de un COE provincial con la presencia de varias organizaciones. También, dicen, participarán activamente con el desarrollo del Programa de Prevención y Manejo de la Interacción Humano-Fauna, el cual se basa en acciones para el manejo del ganado. El MAE explica que todas las actividades realizadas en el COE serán recopiladas para la elaboración de un protocolo en la prevención de envenenamiento de fauna silvestre.