Fiódor Dostoyevski (Moscú, 1821). Escribió obras como ‘Humillados y ofendidos’, ‘Crimen y castigo’, ‘El jugador’, ‘El idiota’, ‘Los hermanos Karamázov’. Foto: Facebook/ Fyodor Dostoevsky.
Si existiera un Mundial de Fútbol exclusivo para escritores, la Selección de Rusia siempre estaría entre las candidatas fijas para alzar la copa. El único dolor de cabeza que tendría el entrenador de turno sería provocado por la dificultad de elegir su once ideal en medio de tantas estrellas, varias de ellas con un Premio Nobel en sus manos, pujando por ganarse un puesto como titulares.
Si ese DT fuera Alexander Pushkin, el ‘Padre de las letras rusas’, su equipo estaría integrado por escritores jóvenes, esos que aspiran a ser la sorpresa del torneo y escritores de trayectoria, los que manejan los tiempos de los partidos y mantienen la calma en las instancias finales.
En el arco aparecería el poeta Boris Pasternak, su habilidad para escapar del Gulag y ganarse la vida como traductor de clásicos sería parte de su leyenda bajo los tres palos. Como zares de la defensa estarían Fiódor Dostoyevski, quien impartiría la disciplina de sus años en el ejército desde el fondo de la cancha y Alisa Ganieva, una de las jóvenes revelaciones de las letras rusas.
Por las bandas correrían dos escritores con oficio: Anton Chéjov, quien no comería cuento de ningún rival, y Zajar Prilepin, un exguardia de seguridad que ha ganado el Booker Ruso en dos oportunidades.
En el trabajo de contención aparecerían León Tolstói, el Dunga de las letras rusas, y Vasili Grossman, un experto en relatos sobre los campos de exterminio nazi.
En el complicado trabajo de defender y proyectarse al ataque iría Máximo Gorki, fundador del realismo socialista, y Ana Politovskaya, activista de los derechos humanos y crítica de Vladímir Putin.
El cerebro del equipo sería la Premio Nobel Svetlana Alexiévich (que en realidad es bielorrusa) y como punta estaría Mijaíl Bulgákov, el autor que se burló de Iván el Terrible.