El hábitat de la Atractus atlas se encuentra en la zona de Zamora Chinchipe y Morona Santiago. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Cuando se trata de descubrir nuevas especies, existen ocasiones en las que las exploraciones en campo abierto dan excelentes resultados. Así piensa Jorge Brito, investigador y herpetólogo del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio). Sin embargo, en el caso de la más reciente especie de serpiente descubierta en el Ecuador, la realidad fue completamente distinta.
Brito cuenta que la Atractus atlas, una serpiente que ha sido investigada desde el 2005, fue descubierta casi por suerte. En efecto, una de las características del comportamiento de este género es que se escoden debajo de la hojarasca con la finalidad de resguardarse de los predadores y también para camuflarse y atrapar a sus presas.
Cuando él recolectó por primera vez una de estas en la zona de Paquisha, Zamora Chinchipe, en el 2011, asumía que las conclusiones en torno a la especie todavía eran muy anticipadas. Esto a pesar de que ya en el 2005, el investigador Juan Carlos Ronquillo encontró una serpiente muy similar en Guayzimi Alto, al interior de la Reserva Biológica Cerro Plateado.
Una exploración por el Parque Nacional Sangay, en Morona Santiago, dio nuevas luces de la Atractus atlas. Fue en el 2014 cuando junto con Víctor León encontraron por tercera ocasión a la serpiente en territorio ecuatoriano, lo cual resultó en un hecho más contundente de que en el país existía una especie endémica nunca descrita.
De acuerdo con el documento, publicado en Anais da Academia Brasileira de Ciências, el hábitat de la Atractus atlas se distribuye entre las provincias de Morona Santiago y Zamora Chinchipe, en alturas que van entre los 1 800 a los 2 100 metros sobre el nivel del mar.
Uno de los hechos que más llama la atención es que la serpiente sea endémica de zonas como el Parque Nacional Sangay, donde se han descubierto casi una docena de vertebrados en el último lustro. Al respecto, Brito describe a esta zona como una “caja de Pandora” para los biólogos. Con ello se refiere a que la distancia existente entre el Parque y las zonas urbanas ha convertido a este ecosistema en un nido de nuevas especies que hay que descubrir.
La descripción de la nueva especie no fue una tarea exclusiva de los biólogos ecuatorianos. Una parte de este trabajo fue posible gracias a la intervención del científico Paulo Passos, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, quien el año pasado visitó el Ecuador como parte de un congreso de herpetología organizado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Como uno de los expertos más renombrados en el género Atractus, él certificó que la especie nacional era nueva.
En su ambiente, esta especie se presenta con una tonalidad oscura y pigmentación amarilla. Su alimentación estaría básicamente compuesta por lombrices y no existen registros de conflictos por agresividad con humanos.
Aunque todavía no existen los suficientes datos sobre su población, Brito ensaya la hipótesis de que la especie no estaría amenazada debido a que su hábitat se encuentra resguardado en zonas protegidas por la legislación ambiental nacional. Sin embargo, él advierte que podrían presentarse problemas en zonas fronterizas donde se desarrolla la minería a pequeña escala, debido a que esta práctica modifica sustancialmente los ecosistemas.