Al igual que en ‘Huye’ (2017) y ‘Nosotros’ (2019), Jordan Peele le ha dado un título tan simple como enigmático a su tercer largometraje. ‘Nop’ llega este fin de semana a la pantalla grande. Un insólito y escalofriante descubrimiento está en el centro de este filme de terror y ciencia ficción con aires de western.
La otra cara del terror moderno
Son apenas tres largometrajes en su filmografía como director. Pero Jordan Peele ya se perfila como un cineasta de culto.
Con títulos simples, pero tramas, personajes y recursos novedosos, el actor, guionista y director estadounidense revolucionó, a su manera, el género del terror moderno.
Primero fue con una familia de supremacistas blancos que intentó esclavizar al novio de su hija (‘Huye’). Luego fueron unos clones nacidos en la oscuridad, que pretendieron eliminar a una familia para tomar sus lugares en el ‘mundo real’ (‘Nosotros’).
Desde sus inicios, Peele ha llevado el terror más allá de las fórmulas clásicas y el susto fácil. Su trabajo se va definiendo como una extraña mezcla de géneros cinematográficos, elementos surrealistas y referentes históricos y culturales.
El cineasta neoyorkino también ha hecho de su cine un espacio de reflexión y denuncia sobre la memoria histórica y el presente de la comunidad afrodescendiente. Tambien, de la sociedad del espectáculo y la violencia.
Una pesadilla en el viejo oeste
Esta nueva propuesta de Peele está lejos de ofrecer un filme de sustos fáciles. En su lugar propone un espectáculo de horror extraterrestre que se va desplegando de distintas maneras.
El director deja ver sus intenciones desde la cita extraída del libro de Nahum con la que inicia la película: “Echaré sobre ti inmundicias, te haré despreciable y haré de ti un espectáculo”.
‘Nop’ toma como punto de partida la historia de dos hermanos, OJ Haywood (Daniel Kaluuya) y Emerald Haywood (Keke Palmer). Ellos han heredado un rancho de caballos de su padre, que ha dedicado su vida al cuidado y entrenamiento de animales para el cine y la televisión.
El filme profundiza esa referencia cuando los protagonistas se presentan como descendientes del primer actor de la historia, un jinete afroamericano que aparece en una serie de fotografías utilizada para crear una secuencia en movimiento.
En una época dominada por el croma y las imágenes generadas por computadora, los animales entrenados para la industria del espectáculo se han vuelto un mal negocio. Eso ha puesto a los hermanos Haywood en apuros financieros.
Algo parecido ocurre en el rancho vecino, donde funcionan un parque de diversiones y un zoológico de mascotas llamado Jupiter’s Claim, basado en la temática del viejo oeste y la fiebre del oro. El dueño del lugar es Ricky Park (Steven Yeun), una ex estrella infantil con una historia trágica que no ha podido superar.
El paisaje árido y accidentado del sur de California es el escenario de estas historias, que muestran la decadencia y los cambios en la forma de consumir productos de entretenimiento.
La exasperante rutina cambia cuando los residentes empiezan a observar fenómenos inexplicables sobre el cielo de este remoto pueblo.
En ese entorno de caballos, vaqueros, desiertos y otras referencias gráficas al western, se desarrolla una especie de cacería. Los hermanos Haywood asumen el rol del cazador, empeñados en grabar el extraño fenómeno con la idea de venderlo a los medios como un espectacular descubrimiento.
La misión no solo se complica. También se pone peligrosa cuando el extraño objeto volador no identificado que sobrevuela el rancho, parece ser más hostil de lo que se pensaba.
Un experto en tecnología (Brando Perea) y un veterano director de fotografía (Michael Wincott) anclado en el registro de video en celuloide se suman a la cacería.
Avistamientos fugaces, extraños sonidos y presencias que se insinúan fuera de la pantalla, son elementos que le van dando forma y carácter a la extraña entidad.
Eso, sumado a una banda sonora de inquietantes acordes y la sensación de acecho que se crea con la luz y la cámara, hacen que la cinta pase de un ordinario drama a un espectáculo de horror extraterrestre.
Los esfuerzos y arrogancia de los modernos vaqueros los llevan a un punto de no retorno, del que solo se pueden esperar consecuencias aterradoras.