En la planta procesadora de Muyurku, las mujeres se distribuyen la jornada de trabajo. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.
Mujeres de la comunidad de Muyurku, en el cantón Cayambe, decidieron apoyar a las economías de sus familias con lo que mejor saben hacer: sembrar.
De esta manera, una veintena de amas de casa se sumaron a la producción de alimentos libres de químicos. La iniciativa se inició hace cinco años.
Muyurku es una de las nueve comunidades que pertenece a la parroquia de Olmedo, situado en el norte del cantón. La mayoría de sus pobladores se autoidentifica como indígenas kichwa kayambi.
Las principales actividades económicas de la zona están relacionadas con los sectores agrícola, pecuario y microempresarial.
Por eso, las campesinas se organizaron para inicialmente producir hortalizas y granos libre de agroquímicos. Las primeras semillas llegaron de la Casa Campesina, de Cayambe.
En la producción agrícola de Muyurku trabajan mayormente las parejas de esposos, explica Rebeca Andrimba.
Esta mujer dirige la Asociación de Desarrollo Comunitario Aromas del Cayambe. Muyurku, al igual que otras parcialidades vecinas, están asentadas en los pies del nevado. De ahí toman su nombre.
En cada una de las parcelas se han ido implementando los cultivos limpios, como una alternativa para fortalecer la capacidad productiva local.
En el territorio de Muyurku se han identificado en total 145,58 hectáreas de unidades productivas activas, de acuerdo con el plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial. Las tierras están ubicadas a una altura de 2 900 a 3 000 metros.
Entre los sembríos preferidos están las habas, arveja, chochos y trigo. Una parte de la producción se destina para la alimentación de sus familias. Y el excedente, en cambio, va a la comercialización en varias ferias de Cayambe.
Hace cuatro años, las campesinas también incursionaron en la producción y comercialización de plantas medicinales y aromáticas.
Estos productos, al igual que las hortalizas, son orgánicos. El aroma profundo del tomillo, orégano, menta, linaza, cedrón, llantén, taraxaco, caballo chupa, malva, entre otros, escapa de las parcelas.
La meta de la organización es producir y comercializar estas hierbas con estándares de calidad a través de la implementación de las buenas prácticas agrícolas.
Andrimba es una de las encargadas de supervisar la producción de sus compañeras.
Otro objetivo de la organización es que todo el proceso, desde la cosecha hasta la colocación de las plantas deshidratas en envases, sea manual.
Por eso, la Asociación de Desarrollo Comunitario Aromas del Cayambe instaló una planta de procesamiento con el apoyo de la Fundación Maquita Cushunchic MCCH (Démonos la Mano Comercializando Como Hermanos).
Esta última organización financió la construcción de la infraestructura y el equipamiento. El inmueble, ubicado en el centro de poblado de Muyurku, cuenta con un área de recepción para la materia prima. También hay una sección de presecado y secado que tiene bandejas y un horno. Por último, hay una sala para el empacado del producto.
Para Gertrudiz Cacuango, otras de las integrantes de la organización, el sueño es tener otra fuente de trabajo en la misma comunidad para no estar obligadas a salir a los mercados y dejar solos a los hijos.
Las campesinas buscan rescatar saberes y usos tradicionales de esta comunidad indígenas. Por eso, entre las presentaciones que ofrecen hay un mix de hojas de llantén, caballo chupa, taraxaco, linaza, chanca piedra y ortiga, que recomiendan para aliviar las infecciones de vías urinarias.
En los últimos cuatro meses, la iniciativa recibió el respaldo del plan Creciendo con su Negocio, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para dinamizar la empresa comunitaria.
Los técnicos del PNUD también les instruyeron para fortalecer las capacidades productivas, administrativas, operativas de la organización y a la vez vincularles con el mercado.
Las campesinas están optimistas y esperan que se sumen más mujeres para fortalecer la iniciativa comunitaria.