En nueve años, las rupturas en el Ecuador se incrementaron en un 87,73%. El matrimonio es percibido como un ‘emprendimiento riesgoso’ en el mundo. Foto: FAMILIA / Archivo.
El matrimonio duró menos de dos años. La pareja se casó tras enterarse que Eliana A. (nombre protegido) estaba embarazada.
Fueron a escondidas al Registro Civil. Pensaban que casándose iba a ser más fácil afrontar la situación frente a sus familias. Pero nada resultó.
Una pelea siguió a otra. Cuando ella le propuso la separación, él empacó, salió de la casa y no volvió. En Ecuador, la cantidad de divorcios se ha incrementado en un 87,73%, en nueve años. La cifra es del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC).
En 2004 hubo 11 251 divorcios, frente a los 21 122 del 2013.
No se trata de algo aislado. Es una tendencia mundial. En el estudio ‘Los cambios en la Familia y su impacto en el bienestar de la Niñez’ (2013), de Trends Child, se establece como una causal el cambio de concepción sobre el matrimonio. Pasó de ser una necesidad a una opción.
“Es posible que las parejas busquen mayor flexibilidad o libertad en sus relaciones, o puede que sientan que no tienen los suficientes recursos monetarios o emocionales para casarse, o que perciban al matrimonio como un emprendimiento riesgoso”, sostiene el documento.
Según el mismo estudio, aplicado en 41 países, hay más probabilidades de que personas entre 18 y 49 años contraigan matrimonio en África, Asia y Oriente Medio. Y menos opciones en América del Sur.
Julio S., de 43 años, estuvo casado durante 20 años. Reconoce que el matrimonio nunca fue algo en lo que creía. Pero la influencia de sus padres católicos le hizo creer que estaba mal tener una relación sin consagrarla en la iglesia.
Los problemas con su expareja aparecieron a menos de dos años de estar juntos. Él esperaba que ambos trabajasen para lograr objetivos comunes, pero ella optó por ser ama de casa.
“La relación se enfrió y le pedí que nos separásemos”, dijo Julio. En un principio su exesposa se negó a destruir un hogar con dos niños de por medio, pero cambió de idea cuando supo que él tenía una relación extramarital. Entonces, el divorcio se dio por mutuo acuerdo.
En Ecuador, el 50% de los divorcios terminan precisamente por mutuo acuerdo. El 24,84%, en cambio, por abandono voluntario e injustificado del otro cónyuge. El resto por diferentes causas como alumbramiento ilegítimo, injurias, actitud hostil…
El matrimonio prematuro es otro detonante a escala regional. Según Unicef el 11,5% de las mujeres entre los 15 y 19 años están casadas en América Latina. El problema, según el organismo, radica en que la pérdida de la adolescencia, la negación de la libertad y el desarrollo personal afectan al bienestar de la pareja.
Luis Arocha, psiquiatra y experto en terapias de pareja, dice que para que una relación adulta se mantenga sana se debe trabajar en cuatro aspectos: el deseo, la comunicación, el respeto y el plan de vida.
“Muchas veces nos quedamos en el deseo. Decimos yo quiero estar con esa persona, pero no nos preocupamos de planificar juntos lo que queremos conseguir. Si no hay plan, no hay horizonte”.
Rosa M. dice que se divorció de su exesposo, que era profesor, cuando se enteró que tenía una relación extramarital con una alumna. Había conocido a su pareja tres meses y creía que era su complemento.
Pero la convivencia no fue ideal. Su exesposo tenía un horario de trabajo que le permitía estar en casa a las 14:00, de lunes a viernes. Rosa no podía llegar antes de las 19:00 y a veces tenía viajes que implicaban dos o tres días fuera de casa. Esto motivó los primeros reclamos.
Su esposo le decía que estaba descuidado y que debía pasar con su madre. Ambos comenzaron a distanciarse hasta que rompieron. Algo similar ocurrió con Eliana.
Dice que su esposo pasaba más tiempo con su familia; su madre, que con ella o su hijo. Ese es otro error común, según Arocha. Dejar que el entorno familiar interfiera. “Los suegros crearon su familia. Pueden ser una referencia de éxitos y fracasos, pero no la guía exacta. Los jóvenes tiene que tomar decisiones”.
Eliana antes de divorciarse sentía que estaba sola, que no contaba con el apoyo de su esposo. Además con un niño en brazos y una tesis de grado en proceso. Buscó ayuda psicológica y entendió que no necesita una pareja para estar bien.