Los labradores son fácilmente entrenables para cumplir con las tareas de un perro de asistencia o de terapia. Generalmente tienen el temperamento adecuado para trabajar con personas. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
A simple vista, Kaio parece una mascota como cualquier otra. Es un labrador chocolate que acaba de cumplir un año de edad. Como se espera de los individuos de esta raza, es juguetón, sociable y alegre. Pero Kaio no es un perro cualquiera. Su propósito de vida es ayudar a las personas.
Cuando tenía siete semanas de nacido fue elegido entre siete cachorros de una camada para cumplir ese propósito. De sus hermanos, Kaio era el más grande, el más curioso, el más sociable.
Emilia Valdez, psicóloga clínica, dice que desde el primer momento que lo vio hubo una conexión especial. El pequeño se le acercó con la torpeza que tienen los cachorros, tambaleándose con las patas que estaba aprendiendo a manejar, con la cola moviéndose como un abanico y con la curiosidad de quien conoce a un nuevo amigo. “Era perfecto”, dice Valdez.
Ella había experimentado de primera mano los beneficios de tener un perro y conocía sobre las ventajas del uso de animales en terapia psicológica.
Valdez empezó a buscar las razas para desempeñar estas tareas y encontró que el labrador retriever es ideal para el trabajo. Estos canes tienen el temperamento adecuado, son dóciles, juguetones, inteligentes y obedientes.
Kaio es un labrador de un año de edad que fue entrenado para dar soporte emocional en terapias psicológicas. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Los canes de terapia, de asistencia y soporte trabajan 24 horas al día, los siete días de la semana, pero para ellos no es más que un juego. Siempre están alerta, siempre vigilantes. Su misión de vida es ayudar a que los seres humanos se sientan mejor.
Decir que ‘solo son perros’ se queda corto para las actividades que desempeñan, desde guiar a una persona no vidente, hasta alertar de un ataque de epilepsia o confortar a alguien que sufre una crisis nerviosa.
La terapia asistida con animales no es novedosa. Empezó en la Grecia Antigua. Los griegos utilizaban caballos para mejorar el ánimo de personas enfermas. Siglos más tarde, los médicos la utilizaban en los tratamientos de pacientes.
Si bien todo perro necesita un propósito en su vida, no todos son adecuados para realizar terapias o asistir a un paciente. Así lo señala Gabriel Carrión, especialista en comportamiento canino y adiestramiento.
Algunos perros tienen más potencial en otras áreas como guarda y defensa; deportes; show; búsqueda y rescate, o simplemente como compañía. La clave está en identificar las habilidades de cada animal.
Para Emilia, no fue una casualidad que una amiga le comentara que su perra había tenido cachorros. Pero no bastó con el ‘amor a primera vista’; para decidirse por Kaio, Valdez realizó pruebas para determinar el comportamiento del can.
Los exámenes especializados permiten conocer para qué es más apto un cachorro. En el caso de Kaio, todo apuntaba a que sería un excelente perro de terapia.
Los perros de asistencia y de servicio deben ser sociables para trabajar con personas de toda edad. Foto: Cortesía Kaio Canoterapia.
“Se ve la personalidad, si son dóciles, si les gusta la gente, si juegan o si son retraídos”, explica Valdez. Ella se certificó como adiestradora de animales de servicio para poder entrenar perros para personas con necesidades específicas.
Desde el primer día, Kaio inició un arduo entrenamiento que se extendió por un año. En principio, aprenden los comandos básicos: sentarse, acudir al llamado, acostarse, quedarse quieto y caminar sin jalonear. Luego aprenden tareas específicas de acuerdo con el trabajo que van a desempeñar.
Además, el cachorro empezó a formar un vínculo único y fuerte con Valdez, con quien haría un equipo sólido. Ahora se llaman Kaio Canoterapia y cuentan con certificación de terapia asistida con animales.
“Un perro lazarillo aprenderá a guiar a una persona con discapacidad visual para caminar y sortear distintos obstáculos. Un perro de alerta psiquiátrica puede identificar ataques de pánico y actuar para ayudar a la persona a recomponerse. Los perros de terapia- como Kaio- deben aprender todo esto porque necesitan poder trabajar en distintas cosas”, explica Valdez.
Emilia Valdez trabaja con Kaio (izquierda) y Pisco (derecha) en el equipo de Kaio Canoterapia. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.
El día normal de Kaio empieza a las 05:00. A esa hora sale a correr junto a Valdez y Pisco, un pitbull que también es un can de terapia asistida. Él fue adoptado por la psicóloga después de que sus dueños decidieran que no podían continuar cuidándolo.
“Cuando lo conocí, vi que era muy cariñoso, dócil, le encantan los niños y los adultos, no es nada agresivo”, recuerda. Entonces, empezó su adiestramiento y actualmente ya realiza terapias.
Pisco también es una parte fundamental en el equipo. Al ser de una raza estigmatizada, las personas que lo conocen pueden llegar a cambiar la idea de que estos animales son peligrosos. “Ven que los niños meten las manos en su hocico y que él no reacciona. Les da besos, les deja que le jalen la cola y nunca presenta una conducta inapropiada”.
Pisco se convirtió en un perro de terapia gracias a sus habilidades sociales. El can fue adoptado por Valdez y recibió adiestramiento especial. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El ejercicio los ayuda a liberar su energía. Lo mismo con su actividad mental. A través de juguetes y rompecabezas retan su cerebro para aprender nuevas habilidades y mantenerse equilibrados. Cuando terminan van a comer y luego visitan escuelas, centros de atención a niños y jóvenes, hospitales y asisten a consultas privadas.
Valdez trabaja como psicóloga clínica y se apoya en Kaio para tratar temas complicados como el maltrato o el abuso sexual. Ellos la acompañan a sesiones de terapia como una herramienta de apoyo.
“A veces los niños tienen dificultad para hablar de ciertas cosas a una persona extraña, pero les cuentan a los perros sin temor”, dice. También son un buen apoyo en el aprendizaje.
“Los chicos que aprenden a leer o cuando aprenden un nuevo idioma muchas veces tienen problemas porque se sienten nerviosos. Cuando le leen al perro saben que no van a recibir un mal comentario, ni serán juzgados. Así aprenden a tener más confianza”, agrega.
Como en todo trabajo, hay días duros. A veces los testimonios son desgarradores. Pero generalmente terminan el día con la satisfacción de ayudar a quienes los necesitan, con un plato de croquetas y una frase de aliento de su persona preferida: “buen perro”.
No todo es trabajo. Los animales de terapia, de soporte y de asistencia también necesitan períodos de descanso. El equipo de canoterapia visita parques y centros recreativos para que los canes puedan socializar, jugar y relajarse. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO