Ríos de Pichincha tienen metales y contaminantes

El río Machángara es uno de los principales destinos de las aguas servidas domésticas e industriales. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

El río Machángara es uno de los principales destinos de las aguas servidas domésticas e industriales. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

El río Machángara es uno de los principales destinos de las aguas servidas domésticas e industriales. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

La alta concentración de metales y bacterias en los ríos de Quito es una amenaza para las personas y la vida silvestre. El Monjas, Machángara, Guachalá y Chiche son los que presentan mayor contaminación por agentes microbianos. Asimismo, metales como el zinc y el cobre sobrepasan los límites recomendados, en el 94% y 89% de los cuerpos de agua analizados en una investigación de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

Durante dos años, 18 ríos de Pichincha fueron estudiados para determinar la calidad del agua con base en parámetros microbiológicos, como la presencia de parásitos, coliformes y físico-químicos. Esta investigación reveló que la mayoría de estos ecosistemas no cumplen con los criterios establecidos en la legislación ecuatoriana e internacional.

Antonio Machado
, coordinador de Pregrado de Microbiología de la USFQ y líder de este proyecto, explica que las muestras fueron tomadas desde el 2016 hasta el 2018, en puntos cercanos a áreas pobladas.

Los resultados revelan que el Monjas tiene el nivel más alto de contaminación microbiana, seguido por el Machángara. El aspecto que más llamó la atención del investigador fue el hallazgo de varios patotipos de la bacteria Escherichia coli en ambos sitios, al igual que en el Guayllabamba.

Además, se detectó la presencia de los parásitos Cryptosporidium y Giardia en varios ríos. Su origen puede estar asociado con los animales o los humanos. Cuando las aguas no son tratadas, estos parásitos pueden diseminarse, seguir contaminando los recursos hídricos y convertirse en un problema de salud pública.

Los ríos Monjas y Machángara presentan los niveles más altos de contaminación en relación con los parámetros físico-químicos. El pH del agua del segundo, por ejemplo, está en 9,11, cuando el límite es 9. El río Pisque es otro de los que sobrepasa los niveles de pH recomendados, ya que registra 9,55.

Valeria Ochoa, coordinadora de Ingeniería Ambiental de la USFQ y codirectora del Instituto Biósfera, explica que este es un aspecto que se debe tomar en cuenta, ya que indica los niveles admisibles para la preservación de la vida acuática y silvestre en agua dulce.

Ochoa analizó estos aspectos, al igual que la concentración de metales en los 18 ríos. Los resultados muestran que el zinc sobrepasó el límite en el 94% de los sitios.

Las concentraciones de otros metales pesados, como el cobre, fueron altas en el 89% de los ríos; el níquel, en el 61% y el plomo y cadmio, en el 22%.

Estos metales pueden estar asociados con fuentes antropogénicas o naturales, como la descomposición del suelo o los volcanes. En el caso del cobre, su concentración se relaciona generalmente con actividades agrícolas. En el Machángara, por ejemplo, se registraron 38,95 microgramos por litro (ug/l) de cobre, cuando el límite recomendado es 5 ug/l. En el Pisque se contabilizaron 23,11 ug/l y en el Chiche fueron 18,07 ug/l.

La presencia de estos elementos en los ríos adquiere mayor relevancia en este país, porque su agua es utilizada para la agricultura, la higiene personal y el consumo.

Ambos especialistas explican que este estudio demuestra que hay una correlación entre la carga microbiana y la presencia de metales, especialmente fósforo, amonio y sulfato. Otro factor importante es que los ríos con niveles de contaminación más altos también son algunos de los sitios donde se descarga la mayoría de aguas servidas.

La Secretaría del Ambiente tiene una red de monitoreo hídrico y se publica información de los ríos de la ciudad, como el Pita, San Pedro, Machángara y Guayllabamba. En estos datos se observa que los niveles de contaminación son altos.

Los reportes de esta entidad muestran que estos ríos exceden los niveles de presencia de aceites, concentración de cobre y de sustancias asociadas a productos de limpieza. Esto se relaciona con los estudios presentados por la USFQ.

Actualmente, la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento está trabajando en la primera fase del proyecto Vindobona, que es parte de la descontaminación de ríos para Quito que plantea esta administración.

La planta de tratamiento de aguas residuales de Quitumbe, según la Epmaps, da un servicio de tratamiento de agua residual al 7% del sur de la urbe. Esta fue creada en el 2017, para aliviar al Machángara.

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