Wilfrido Corral, crítico literario. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Su nuevo libro se titula ‘Discípulos y maestros 2.0. Novela hispanoamericana hoy’. ¿De entrada, no hay ahí una intención de jerarquizar a los autores?
No hay una intención de jerarquizarlos, sino más bien de mostrar cómo en cada generación literaria hay una especie de incomodidad con el pasado y con los maestros. En la actualidad no todos los maestros saben enseñar o quieren discípulos y no todos los discípulos reconocen a sus maestros, algo que no pasó con los escritores del ‘Boom’ que sí los reconocían abiertamente.
¿No ha pensado que a muchos escritores de la actual generación no les interesa entablar un diálogo con escritores del pasado?
Sí, pero ahí hay un problema porque muchos autores están escribiendo como si antes de ellos no hubiera nada. Si ignoras el pasado caes en el pecado de querer ser original y en este momento eso es muy difícil. En este libro hablo de autores con cierta originalidad y precisamente en esa búsqueda me di cuenta que la mayoría había leído mucho del pasado.
¿Qué papel está jugando la corrección política en este contexto?
Está jugando un papel muy importante en la crítica académica, sobre todo de Estados Unidos. En nuestro país estamos viendo esa corrección a través de algunas autoras que se han puesto de moda. En la presentación del libro me pregunté qué hubiera pasado si las novelas de estas autoras hubieran sido publicadas por editoriales nacionales como Eskeletra o El Conejo. Yo sospecho que, con la excepción de Mónica Ojeda, se hubieran quedado en nada. Otro problema que veo ahí es que muchas autoras jóvenes no reconocen a otras escritoras que estuvieron antes que ellas, como Alicia Yánez Cossío, Lupe Rumazo, Sonia Manzano o Gabriela Alemán.
¿Las teorías feministas están afectando de alguna forma a la crítica literaria?
Creo que están serruchando el valor de las obras de muchas autoras. Me parece que una cosa es hacer activismo y otra cosa es escribir buena literatura. Cuando Roberto Bolaño elogió la obra de escritores como Pedro Lemebel o Pablo Simonetti no lo hizo porque ellos fueran homosexuales, sino porque consideraba que sus obras eran buena literatura. Me parece problemático que estén reemplazando una política de identidad con otra política de identidad. Walter Benjamin decía que si no tomas partido es mejor callarte y yo no creo eso. Tomar partido, a veces, es cegarse a lo que dicen los otros.
En su libro habla de que a generaciones como las del ‘Boom’, los ‘McOndo’ o los del ‘Crack’ se ha sumado la generación de los ‘Me gusta’, ¿qué caracteriza a esa generación?
Son los autores que funcionan muy bien con Facebook. Las redes han sido muy positivas en varios aspectos, pero muy negativas para tener una percepción honesta y directa de la obra del autor. Entre ellos todo se reduce a un me gusta. Si uno lee lo que dicen en sus ensayos o en entrevistas te das cuenta que no hablan mal de nadie. Se critica, pero por detrás, hablan mal de un autor pero no por escrito. En este libro hablo mucho de la ética del escritor, que es algo de lo que muy pocas personas hablan.
¿Por qué separa a Ojeda del resto de escritoras ecuatorianas jóvenes?
Por el poder que tiene su lenguaje. No me interesan tanto las discusiones de género que plantea, porque cualquier persona que ha estado en este mundo en los últimos 30 años tiene conciencia de las injusticias, del sexismo y del machismo que han sufrido las mujeres. Ojeda trabaja mucho con imágenes y eso es destacable. Hablando de forma más general también me gusta mucho la obra de la dominicana Rita Indiana, porque logra establecer puentes entre arte, literatura y las nuevas generaciones.
Biografía Nació en Guayaquil, en 1950. Estudió en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Es ensayista, crítico literario y catedrático universitario. Entre sus publicaciones se encuentran ‘Mario Vargas Llosa. La batalla en las ideas’, ‘Bolaño traducido: Nueva literatura mundial’ y ‘Cartografía occidental de la novela hispanoamericana’. Su nuevo libro es ‘Discípulos y maestros 2.0. Novela hispanoamericana hoy’.