Aunque se sabe que segundas partes mayormente no son buenas –y menos aún los ‘spinoff-’, se persiste en seguir haciéndolas. Y también el humor ha cambiado. Y a veces resulta peligroso vivir de la nostalgia de un tiempo pasado que siempre fue y será mejor, según creen muchos. Puede ser verdad. Así se puede quedar el espectador si ve ‘That ’90s show’ con el recuerdo de lo que fue ‘That ’70s show’.
Netflix acaba de estrenar este spinoff de una de las sitcoms más brillantes que dio la televisión estadounidense. ‘That ’70s Show está a la altura de Cheers, Friends, Taxi, Good Times, Seinfeld, Two and a Half Men, entre tantos otras.
Ahora, en cambio, Netflix nos trae una generación perdida: la de los hijos esos adolescentes también perdidos de los años 70. Y aunque todo ocurre en el mismo lugar y las circunstancias puedan ser parecidas, ‘That ’90s Show’ es más una versión edulcorada, más parecido a algún programa adolescente como ‘Fuller House’.
Sin embargo, según se lee en algunos comentarios, 86% de los que ya vieron ‘That ’90s Show’ dijo que les había gustado. Muchos dicen, además, que les ha dado la nostalgia de lo que fue ‘That ’70s Show’.
Seguramente, para el 14% restante la nostalgia fue aún más cruda. Pero el tiempo provoca cambios. Los jóvenes de estos años 90 no tienen en absoluto el carácter de lo que fueron esos seis de los años 70, que no tenían nada más que hacer sino reunirse en el sótano de la casa de Eric Forman, pasar el tiempo hablando, fumando marihuana y cometiendo las locuras propias de un adolescente que está aburrido con su vida.
Esos jóvenes de los 70
Son jóvenes, además, con el deseo sexual a flor de piel. Busan quién y cómo se pierde la virginidad. Solo hay que recordar cómo fue el piloto de la serie original comparada con esta. Y pueden ser crueles entre ellos, muy crueles. Y eso es precisamente lo divertido.
En el show de los 70, todo comienza con los cuatro de ellos tratando de robarse la cerveza de la fiesta de los padres de Eric para ellos también embriagarse. En el de los 90, la hija de Eric, Leia Forman (debía tener ese nombre porque él es un fanático de ‘La guerra de las galaxias’) llega y decide pasar el verano con sus abuelos.
Una comedia compleja o simplona
‘That ’70s Show’ fue una serie realizada a finales de los 90. Duró ocho temporadas. Su virtud fue que hizo en verdad sentir que eran los años 70. Y al ser así, pueden ser varios tiempos. No habría que ser propiamente de los 70, sino de los ochenta y los noventa y compartir la experiencia.
Esa es la joya de una comedia: todos habrán vivido una experiencia ‘Seinfeld’ o de ‘Friends’ o de este espectáculo en particular. Y no hace falta ser estadounidense, y menos de un pueblito perdido en el estado de Wisconsin, porque lo bello de la comedia es su identificación social.
Point Place, un lugar inventado, podría ser cualquier pueblo lejos de las grandes urbes y que abundan en ese país. Son estos ‘towns’ donde no pasa nada. Todo está lejos de todo y hay que tener inevitablemente un automóvil para salir de ese encierro. Si no, máximo en bicicleta por los alrededores o el sótano de la casa de ese amigo que siempre hará de anfitrión.
Incluso, lo político y lo cultural intervienen. Es la crisis estadounidense: la derrota en Vietnam, la caída de Richard Nixon, el recuerdo de John F. Kennedy, de los ‘streakers’, esos que irrumpían los grandes eventos corriendo desnudos, la píldora anticonceptiva, la sicodelia, el rock, el surgimiento de la música disco y que los rockeros despreciaban.
Point Place es además un pueblo WASP, es decir el White Anglo-Saxon Protestant (el protestante blanco anglosajón. Como deben conocer muchos ecuatorianos que viajaron como estudiantes de intercambio, los destinos son esos pueblitos en donde los latinos y los negros son una excepción. Ahí es se encuentra la figura de Fez (o mejor Fes, de Foreign Exchange Student), cuyo nombre y cuya nacionalidad nunca se conoce.
Lo interesante fue el trabajo del director de la serie original: David Trainer. Es una excepción. Salvo el piloto, dirigió todos los episodios, algo inusual en la industria. La química, las relaciones entre todos, fue algo extraordinario. Lo que se relataba, era una verdad escénica, era algo creíble y compartible.
Los personajes
Los romances era de parejas imperfectas: del guapetón bobo Michael Kelso (Ashton Kutcher)y la guapa superficial Jackie Burkhart (Mila Kunis). También está las primeras épicas amatarias de chicos que fueron amigos del barrio y que luego se enamoran locamente. Es la relación del débil Eric Forman (Topher Grace) con la fuerte Dona Pinciotti (Laura Prepon).
Y están Steven Hyde (Danny Masterson), el chico duro pero necesitado de cariño, y Fez (Wilmer Valderrama), el más desventurado para perder la virginidad, el que tiene un sentido de la dignidad particular y el que se queda para vivir el sueño americano.
No se puede dejar de hablar del severo padre de Eric, Red Forman (Kurtwood Smith), un veterano de la guerra de Corea, un republicano, quien destaca por las mil y maravillosas variantes para hacerle algo al trasero (ass) de su interlocutor. Y está la siempre comprensible y divertida madre Kitty Forman (Debra Jo Rupp) y su risa hilarante.
Cambio de tiempo
Pero la versión de los años 90 ya cambia. Parece más una mirada de los años 20 de este siglo hacia aquella década del siglo pasado. Y destaca que el grupo de jóvenes ya tiene incluido el tema de la diversidad. Hay blancos, negros, latinos, asiáticos y gays.
EL mayor homenaje cultural de la serie es al programa Beverly Hills 90210, al rap y algo del grunge. Carecen de esa locura juvenil de hacer cosas que rompan el tedio de Point Place. La mayor aventura erótica son los besos que quiere dar Leia Forman (Callie Haverda) con Jay Kelso (Mace Coronel), quien tiene casi la misma torpeza pero sin la gracia histriónica de su padre, Michael.
Sí, hay ‘el círculo’, cuando fuman mariguana, una constante de irreverencia en la serie original. Pero carece de ese aspecto delirante de las conversaciones, de la paranoia que viven. Tampoco tiene la misma gracia.
Los vecinos siempre serán una molestia para el intolerante Red Forman, como Don y Midg Pinciotti (Don Stark y Tanya Roberts, respectivamente) en la serie original. Ahora es una mujer, Sherri Runck (Andrea Anders), madre soltera que necesita calmar su vida disoluta y que busca en Red a un padre.
Incluso el papel de Forman ha cambiado. Claro, ya no es padre sino abuelo, por lo tanto, más complaciente. Tiene atisbos de la severidad con su hijo, pero tiene sus momentos de disciplina, pero su figura recurrente dentro de una comedia, los insultos con la palabra trasero, quedan en un lugar mínimo.
Quizá los años 90 no fueron así. Pero la diferencia está en cómo se mira la década que se narra. Y eso es un problema de guión. No queda un chiste memorable, ni una escena hilarante que se pueda recordar con el tiempo. Se puede decir, por ejemplo, que se está comparando una serie de ocho temporadas frente a una de apenas una. El tema es que desde el principio, ‘El show de los 70’ dejó muchas cosas y que le convirtió en una de las mejores sitcoms de su tiempo.
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