La empresa Global Shows estima una asistencia de 7 000 personas al Quitofest

Kataklysm en su show en el Quitofest 2017. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Con un show vibrante entre temas de su nuevo disco y algunos clásicos, la banda brasileña Sepultura cerró la décimo quinta edición del Quitofest. Sin embargo, luego de dos días de festival con una veintena de bandas nacionales e internacionales invitadas, la respuesta del público no fue la esperada.
Para este año, la Fundación Música Joven estableció una alianza con la empresa de espectáculos Global Shows para la producción del festival. Las bandas provenientes de México, Brasil, España, Estados Unidos, Canadá y Ecuador se dividieron en dos conciertos, con un costo de USD 30 para cada uno.
Al término del festival, Diego Garrido, gerente general de Global Shows, aseguró que a los dos días del festival habían llegado alrededor de 7 000 personas. Una cuarta parte de los 28 000 espectadores que se habían proyectado inicialmente los organizadores. “Es la primera vez que logramos juntar como cabezas de cartel a dos de las bandas más trascendentales de los últimos 30 años, tanto en la música alternativa como en el rock. Dejar pasar esto pone en riesgo la permanencia del festival. En mi criterio, Quito se lo perdió”, asegura el ejecutivo, que lamenta que el consumo del arte y los espectáculos estén dominados por la cultura de la gratuidad.
Los asistentes que pagaron su entrada para asistir al segundo día del festiva disfrutaron de la música de 10 bandas alineadas al rock y sus distintos subgéneros. En el transcurso la jornada, hubo un ligero cambio en el orden del día. La banda canadiense Kataklysm cambio su lugar con los ecuatorianos Abadon. Negociado el truque, Kataklysm se subió al escenario a las 16:00, después de Deathweiser, Minipony, Epidemia, Abadon y Narcosis.
Con una carrera de más de 20 años, los integrantes de Kataklysm llegaron para ofrecer a Quito su potente northern hyperblas, un estilo acuñado por la banda a partir de potentes y rápidas descargas de percusión. "¿Está vivo Quito? ¡Muéstrenmelo!", animaba el líder de la banda a la comunidad roquera.
El programa continuó con la presencia de los españoles Barón Rojo en el escenario, la banda con más años de trayectoria musical, en este segundo día de festival. Melenas y barbas canas y algunas líneas de expresión aparecían como evidencia de los más de 35 años de carrera. Tiempo que, sin embargo, no ha calado en la relevancia de sus letras ni en el ímpetu de sus integrantes, que en casi una decena de canciones demostraron al público quiteño que aún le queda una larga vida al Barón.
Un solo de guitarra en tono de blues sonó después de la canción Larga vida al rock and roll. El público coreó y aplaudió un repertorio clásico en el que se escucharon temas como Hijos de Caín y Resistencia. Una selección que, según Armando De Castro, uno de los integrantes originales, se convirtió en "una crónica comprimida" de la historia de la banda. Una selección que en parte dependió del tiempo, pero también de la intención de la banda por ofrecer una experiencia única e irrepetible, cada vez que se suben al escenario.
Mientas la banda compartía su repertorio algunas imágenes de políticos y figuras públicas desfilaron en las pantallas de fondo. Un paralelismo entre la música y la realidad explicó el vocalista y guitarrista Armando De Castro, además de la disconformidad del grupo con la política y su mala práctica. "Nosotros somos un colectivo basado en el rock que está en su rollo, pero en el fondo todos estamos sumergidos en la misma sociedad", comentó Carlos De Castro.
La banda ecuatoriana 3Vol se intercaló entre los invitados internacionales para ofrecer al público los mejores temas de su rock fusión. Con cerca de una década en la escena local, la banda que pertenece a la nueva generación de artistas nacionales ha encaminado su producción a temas originales como Efectos secundarios y Caldo de calavera, donde coinciden el metal, el jazz, el funk y otros géneros.
Tras la muerte de Mitch Lucker en el 2012, Eddie Hermida se convirtió en el nuevo vocalista y en la cuota latina de la banda de death metal Suicide Silence. Desde entonces el vocalista de origen venezolano aseguró que la relación profesional se ha convertido en una gran amistad. Desde el escenario, Hermida aseguró sentirse emocionado al ver gente con camisetas de la banda y aunque se dio cuenta que era la primera experiencia con la banda para otro, al final el grupo se sintió satisfecho por la conexión. “Estoy agradecido de tocar en frente de dos personas y que haya más de dos me alegra mucho”, aseguró el artista.
Para cerrar el festival, Sepultura llegó desde Sao Paulo para compartir un repertorio centrado en los temas de su más reciente producción discográfica ‘Machine Messiah’. Con Derrick Green en las vocales, el público cantó y aplaudió a una de las más importantes bandas de thrash metal de América Latina. Andreas Kisser afirmó que es muy importante que los festivales musicales amplíen su visión en géneros y públicos. “Es una cosa muy positiva para el público pues habrá gente que quizá mira por primera vez a Sepultura hoy y quizá le empiece a gustar el grupo y a seguirlo”, dijo el guitarrista que calificó como “muy positivo” el momento actual de una banda que ha recorrido 76 países del mundo en 33 años de trayectoria. Con una ronda de temas clásicos como Biotech is Godzilla, Territory, Refuse Resist y Roots Bloody Roots, la gente despidió a la legendaria banda en una despejada noche quiteña.