Las reuniones sociales en los cantones con semáforo amarillo y verde podrán ser de un máximo de 25 personas. Foto: Pixabay
“Los actores de la Industria del romance en Ecuador están emocionados por volver a trabajar otra vez”, reconoció Carla Vasco, de Viajes Bodas y más, tras la autorización que emitió el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional para la realización de reuniones sociales con un máximo de 25 personas, asegurando el distanciamiento social de dos metros, sin uso de sistemas de ventilación y bajo estrictos protocolos de bioseguridad.
Las nuevas medidas de prevención rigen a partir del 1 de julio de 2020 para las ciudades que se encuentran en semáforo amarillo. Según la Ministra de Gobierno, María Paula Romo, las reuniones se enfocarán bajo el concepto de las burbujas sociales, un método originado en Nueva Zelanda para aumentar los contactos sociales luego de relajar el confinamiento, cuando esa nación logró controlar la expansión del coronavirus. Su método fue considerado en Escocia, Canadá y Bélgica para ser implementado.
Vasco recuerda que para adaptar la oferta de bodas, el grupo Romance Society buscó trabajar en conjunto con la Asociación de Haciendas y Turismo Rural para retomar la organización de los matrimonios que estaban frenados desde que se declaró la emergencia sanitaria. Recuerda que en el 2019 se realizaron cerca de 60 000 bodas, de las cuales 15 000 fueron en la Sierra y apenas un 5% se realizaron en la ruralidad.
Entre los protocolos propuestos al MinTur por esa organización, se planteó a la burbuja social mediante la firma de contratos, en los cuales se incluía una carta certificada de los novios que detalle el estado salud de ambos y el de los invitados, acompañados de exámenes médicos.
Ricardo Zambrano, viceministro de Turismo, reconoce que la burbuja social surgió tras una reunión con 90 organizadores de bodas a nivel nacional, quienes plantearon su necesidad de reactivación. “La Cámara de Turismo del Guayas, a través de Samborondón, es la que lanzó la propuesta de las burbujas sociales para superar el confinamiento”, reseña.
Una de las principales motivaciones para establecer un protocolo de bioseguridad para desarrollar este tipo de reuniones sociales es que el MinTur busca convertir al país en un atractivo destino internacional para realizar matrimonios.
“Según las últimas estimaciones que realizó el Ministerio, el turismo receptor en el Ecuador mueve al año USD 2 200 millones, mientras que el turismo interno genera cerca de 500 millones anuales, de los cuales entre el 8 al 10%, representa a la organización de bodas, es decir, esta actividad genera una cantidad que bordea los USD 270 millones”, añade Zambrano.
La aplicación de la burbuja social implica no solo un protocolo de bioseguridad previo, sino también una serie de compromisos que inician 15 días antes de la boda y culminan 15 días después del evento.
Dos requisitos se deben cumplir antes de realizar un evento: establecer un rango máximo de 25 personas que asistan al evento y que se lo realice en un cantón que se encuentre con el semáforo de movilidad en amarillo o verde.
Luego se fija un contrato social entre los asistentes, con el compromiso de cuidar la salud personal y de todos los que acudan a la reunión. “Este modelo de burbuja social permite activar un círculo de confianza, por eso todos deben realizarse un test PCR o una prueba rápida para descartar un contagio de covid–19”, explica Zambrano.
Añade, además, que se debe realizar un registro de los asistentes para demostrar los antecedentes médicos, que la boda debe realizarse en espacios abiertos en la ruralidad y establecer un cronograma de actividades con tiempos en el lugar que acogerá a la reunión.
“La burbuja social es un modelo de negocio, por eso se exige la firma de un contrato a los asistentes, no con el objetivo de ser burocráticos, sino de darle responsabilidad a quienes van a asistir”, señala Zambrano.
Para él, la burbuja social puede facilitar el ‘eloping’, una tendencia turística que se enfoca en el destino, la imagen y un número reducido de invitados para crear experiencias detrás del evento. “El país tiene destinos diferenciadores para organizar matrimonios, como por ejemplo cerca de una cascada, por el componente energético de la caída de agua, o de un volcán como el Pululahua, que a más de la energía volcánica, tiene el valor añadido del paisaje andino. Por qué no pensar en bodas en la Mitad del Mundo, en donde la novia esté en el hemisferio sur y el novio en el hemisferio norte”, menciona Zambrano.