El lunes 13 de julio de 1981, decenas de personas acudieron al auditorio de Las Cámaras, en Quito. Querían ser testigos del primer recital de piano de Boris Cepeda, un niño de 6 años que estudiaba, con una beca, en el Colegio Alemán y al que muchos consideraban un prodigio de la música.
El próximo miércoles 2 de noviembre, 40 años después de aquel recital, otro grupo de personas llegará hasta el famoso Carnegie Hall de Nueva York. Ellos serán testigos del concierto que marcará la consagración de la carrera musical de Cepeda; un camino que comenzó cuando tenía solo 4 años.
De niño prodigio a estudiante destacado en Alemania
Gonzalo y Lucía, los padres de Cepeda, eran aficionados a la música tradicional ecuatoriana. Además, los dos cantaban y tocaban la guitarra. Ellos fueron los que contagiaron al pequeño Boris de su amor por la música y los que pagaban sus clases de piano.
Esos primeros años fueron difíciles. Cepeda ensayaba en un órgano de pilas. El primer piano que llegó a su casa era un instrumento que estaba en condiciones deplorables. Luis Verdugo, el famoso luthier ecuatoriano, le dijo a sus padres que el piano era pura polilla y que su madera no servía ni para armar en una fogata.
Cuando cumplió 7 años, Verdugo le abrió las puertas de su casa. Durante mucho tiempo, después de la escuela, iba a su taller para ensayar en un piano Bechstein y en ocasiones especiales en uno Steinway. Con el paso del tiempo, Cepeda pasó de ser el niño prodigio de la música ecuatoriana a un adolescente que se dio cuenta que a su talento tenía que sumar disciplina y muchas horas de estudio.
A los 16 años tuvo la oportunidad de ir a estudiar en el Conservatorio de Música de París o en Estados Unidos. Al final, su nexo con el idioma alemán lo llevó a la Universidad de las Artes de Bremen, donde perfeccionó su técnica con el piano y donde comenzó a dar pequeños recitales que incluían piezas de compositores ecuatorianos.
Fueron años de mucho estudio, antes de cada recital tenía jornadas de ensayo de 11 horas seguidas, pero también años en los que organizó un festival de música en el que participaron artistas ecuatorianos como el flautista Luciano Carrera y el violinista Jorge Saade.
Por esos años, también comenzó lo que él considera una especie de ‘apostolado’ para promover la música de compositores ecuatorianos como Gerardo Guevara, Corsino Durán y Juan Pablo Muñoz Sanz por toda Europa. “Me di cuenta -dice- que era música que tenía buena acogida por parte del público. Este ‘apostolado’ vivió uno de sus mejores momentos en 2006, cuando fue parte de la organización de más de 60 eventos culturales en toda Alemania, a propósito del Mundial de Fútbol.
Ahora, Cepeda vive y trabaja en Münster, una ciudad de 300 000 habitantes ubicada al norte de Alemania. Gracias a su talento y dedicación, hace pocos años, pudo comprar su primer piano; un instrumento de color negro marca Steinway en el que durante estos meses ha preparado el repertorio para su concierto en Nueva York.
Carnegie Hall, la consagración con la que sueña todo músico
El Teatro Carnegie Hall de Nueva York es un escenario reservado para músicos que están en la cúspide de su carrera. Entre los pocos ecuatorianos que han tenido el privilegio de tocar en este escenario están Jorge Saade y Juan Carlos Escudero. “Es un lugar -dice Cepeda- donde no solo se han consagrado músicos de la talla de Gustavo Dudamel, sino otros artistas del mundo del pop o el jazz”.
En su recital interpretará composiciones de Isaac Albéniz, Gerardo Guevara, José Canelos, Franz Liszt, Ravel, Carlos Ortiz, Leonardo Cárdenas y Piazzolla; un repaso por temas que han marcado su carrera y que han llevado a ese niño de seis años que ensayaba en un órgano a pilas a los escenarios más prestigiosos del mundo.
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