Una vida romántica, hasta novelesca, fue la de Jean Jacques Rousseau, quien nació el 28 de junio de 1712 en una familia de artesanos, para transformar el orden de las sociedades occidentales con sus ideas y su experiencia, dos espacios donde primó la piedad, el inconformismo, la melancolía y la contradicción.
“Mi nacimiento fue la primera de mis desgracias” apunto el filósofo en sus ‘Confesiones’. A los nueve días de nacido falleció su madre. Adolescente huyó de casa y de su educador, para vagar durante 18 años. Tras una serie de aventuras curiosas llegó a París, trabajó como copista de música y se juntó (no en matrimonio) con Thérèse Levasseur, con quien tuvo 5 hijos, abandonados todos en una institución de caridad.
Su modo de vida fue cuestionado en su época y sus ideas sobre el ser humano, el orden social y la educación, le distanciaron de los otros grandes nombres de la Ilustración, en especial de Voltaire. Rousseau aspiraba a vivir apartado, en el refugio de la naturaleza y se declaró culpable de “sentir antes que pensar” .
Mientras caminaba a la prisión para visitar al enciclopedista Diderot (con quien luego rompió filosófica y personalmente), tuvo la famosa ‘iluminación de Vincennes ’ y así la idea para su ‘Discurso sobre las ciencias y las artes’, con el que ganó el concurso de la Academia de Dijon. Con este título inició sus escritos, que años más tarde, con ‘Emilio o De la educación’ y ‘El contrato social’, le valdrían el exilio (la semana pasada se cumplieron 250 años de la quema de esos libros).
Las ideas de Rousseau contribuyeron a la transformación de las sociedades de Occidente, por el acceso a las libertades, los derechos del individuo, el valor de la voluntad general y la autonomía racional. Con la tesis de que todos los hombres nacen libres e iguales, el franco-helvético motivó a que esos regímenes antiguos de monarquías y servidumbres, cedieran ante repúblicas, bajo la idea de el hombre es el dueño de su destino y detentador de la soberanía.
Sin ser pedagogo, sus reflexiones sobre el hombre bueno de por sí configuran un sistema donde todo proceso de educación debe partir del entendimiento de la naturaleza del niño. Los cinco capítulos de su ‘Emilio’ desarrollan estos postulados. Ahora, para conocer su pensamiento, todas las obras de Rousseau se encuentran en dominio público en la Web.
Sin embargo, contradictorio también, cabe en el pensamiento social de Rousseau un pesimismo histórico que le lleva a formular máximas como: “Los pueblos, una vez acostumbrados a tener amos, no se hallan ya en estado de prescindir de ellos”. El pensador David Hume quien le tendiera su mano, una vez que los escritos de Rousseau fueron perseguidos en Ginebra y Francia, ensayó un retrato del ginebrino. Además de su permanente infelicidad, el escocés señala que Rousseau “durante toda su vida se ha limitado a sentir (…). Sin embargo, esta sensibilidad le hace más susceptible de sentir dolor que de sentir placer”. Cuenta de los ataques de melancolía, de su aversión al trato social, de su imaginación absorbente, de su modestia e irritabilidad.
Con su obra autobiográfica, Rousseau tomó el relevo de su obra filosófica; pues la garantía de la verdad de sus ideas se asienta en la experiencia de su ‘yo’; es decir muestra que su sistema funciona porque hay una vida (la suya) que lo ejemplifica. Con ello, en Rousseau se anuncia la sensibilidad romántica, que cobraría fuerza décadas después.
Si antes, en el arte como imitación, se buscaba describir la verdad como algo exterior; en la tradición moderna del arte como expresión -tomando como punto inicial a Rousseau- el artista dice la verdad sobre sí mismo.
Las ‘Confesiones’, su autobiografía y libro de culto para los románticos, se levantan sobre un complot universal que atenta contra Rousseau, quien comprende a la naturaleza como transparencia y a la sociedad como obstáculo. A tal punto llega este sentir, que proclama “He aquí que estoy solo en la tierra”, algo que los románticos admirarán profundamente, pues supone al individuo enfrentado a un mundo adverso y en permanente diálogo con su alma sensible.
EL PENSADOR
Jean Jacques Rousseau
Nació el 28 de junio de 1712, en Ginebra, Suiza. Falleció, de un paro cardiaco, el 2 de julio de 1778, en Ermenomville, Francia.
Además de sus escritos filosóficos, Rousseau se destacó como músico y botánico. Fue inspirador de la Revolución Francesa.