Cuando el Libertador Simón Bolívar se enteró de la gesta independentista de Guayaquil, el 9 de Octubre de 1820, dispuso de inmediato que el general Antonio José de Sucre se trasladara a esa ciudad. Desde el puerto de Buenaventura partió con efectivos de los batallones Cauca y Paya, constituidos en un sola fuerza, con el afán de respaldar su hazaña.
Pero en el Puerto, sus habitantes se hallaban divididos en tres bandos: unos deseaban que Guayaquil sea nación independiente; otros, que se anexe a Lima, en donde varios comerciantes tenían sus centros de negocios; y, terceros, deseaban ser parte de Colombia.
Esta divergencia ponía en riesgo el movimiento libertario. En mayo de 1821 Sucre arriba a Guayaquil con cartas para el gobierno que traían expresas disposiciones de Bolívar para lograr un acuerdo. Se ofrecía protección militar a cambio de su vinculación a la Gran Colombia.
No era un asunto tan fácil de conseguir, sin embargo, luego de muchos esfuerzos, de largas conversaciones, se pudo firmar un convenio en donde Colombia pondría a disposición de la Junta 800 hombres y el compromiso del Libertador Simón Bolívar para garantizar la independencia de Guayaquil.
Este arreglo constituía un gran éxito para Sucre, toda vez que ello significaba que, en primera instancia, la Junta se adhería indirectamente a Colombia; luego, por pedido expreso de Rafael Jimena y José Joaquín de Olmedo, el puerto se ponía bajo el cuidado y amparo del Ejército colombiano. La parte más destacada era que Guayaquil aportaría económicamente a la independencia de Quito.
A Sucre lo llenó de gran satisfacción y se lo comunicó de inmediato a Bolívar. (Augusto Zambrano, ‘El compromiso de Guayaquil’ en revista de la Marina Mercante del Ecuador Guayaquil, 1980, p.52)
El general Melchor de Aymerich, presidente de la Audiencia de Quito, no estaba dispuesto a permitir que la independencia de Guayaquil se consolide. Apenas terminado el invierno, en julio, dispuso se inicien las operaciones para atacar al puerto. Una de sus acciones estratégicas fue lograr que traidores se inserten en el ejército patriota, como así sucedió.
En estas circunstancias, Aymerich ordenó planificar el ataque al Puerto. El encargado fue el comandante Ramón Ollages, quien dispuso arremeter contra Guayaquil el 16 de julio de 1821. De inmediato tropas colombianas, al mando del coronel Morales iniciaron un contraataque con un batallón de 400 hombres. Lograron repeler a los realistas, que sorprendidos por la reacción, huyeron rumbo a la goleta que zarpó de inmediato a Panamá. (Luis Vásquez, ‘La campaña libertaria de Guayaquil’, en Revista del colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil, 1976, p. 67).
Este traspié de los realistas obligó a Aymerich a tomar medidas para atacar nuevamente a Guayaquil. Empleó una gran fuerza militar consistente en 2 000 infantes y 800 caballos, tomó el camino de Babahoyo, con el fin de unirse a las tropas de infantería comandadas por el coronel Francisco González, que venía de Cuenca por el camino de Yaguachi. Las dos fuerzas debían atacar el puerto.
Por su parte, las tropas de Sucre no excedían de 1 000 hombres y unos pocos soldados de caballería. (General Villamil, ‘Reseña de los acontecimientos políticos y militares de la provincia de Guayaquil, 1813-1824’, Lima, Imprenta de El Cefiro, 1863, p. 35) Estratégicamente, Sucre buscaba defender a Guayaquil, toda vez que si Aymerich lograba tomarse la ciudad, el movimiento del 9 de octubre hubiera fracasado irremediablemente.
Las fuerzas realistas de González penetraron por el paraje de Cone, cercano a Yaguachi, el 2 de agosto de 1821. Llegaban disipadas y confiadas. Sucre dispuso que el general Mires, al frente de 200 soldados y 50 de caballería, observe su movimiento; sin embargo, el valeroso Mires decidió atacarlos.
En dos horas los soldados patriotas derrotaron a los realistas. Perdieron apenas 20 hombres y hubo unos pocos heridos. Los españoles, en cambio, tuvieron 400 muertos y 500 fueron prisioneros. González apenas pudo escapar a Cuenca con 50 hombres. (Ibid. Villamil, p. 40).
La independencia de Guayaquil estaba asegurada gracias a la estrategia de Sucre y el entusiasmo de los guayaquileños por defender su pueblo. Entre ellos se destacó el niño José Ariza Mateus, de 14 años, que participó en este combate y fue herido en dos oportunidades. Inútilmente trataron de retirarlo del campo de batalla. Se negaba de manera firme y continuó en la refriega.
Por su valentía, José Ariza fue mencionado en el parte de guerra, donde se destacaba su valor y decisión. Fue un honor que recibieron solo 15 combatientes. Más tarde, el menor no participó en la batalla de Yahuachi, del 19 de agosto, por hallarse enfermo, pero sí peleó en la batalla de Pichincha y tuvo al futuro teniente, Abdón Calderón, como su compañero.
El oficial italiano Cayetano Cestari, al momento jefe de Estado Mayor de Sucre, con admiración consignó en el boletín el heroísmo del niño guayaquileño: “El aspirante Ariza, hijo de Guayaquil, quien se ha señalado particularmente, pues habiendo sido herido en los primeros tiros, a pesar de ser muy niño, continuó en el combate hasta el fin” (El Universo, 19 de agosto del 2019).
Cuando Aymerichi conoció la noticia de la derrota, de inmediato dispuso regresar a la Sierra para fortificar Quito; en tanto que Sucre, confiado en su éxito, decidió avanzar a la región interandina para atacar al presidente realista y liberar a la capital de la Audiencia.
El jefe español, herido pero no vencido, ordenó arremeter contra Sucre en Huachi el 12 de septiembre de 1821, en donde, por un error del general Mires, anterior héroe de Yaguachi, las tropas republicanas fueron diezmadas, por lo que apenas Sucre pudo escapar con vida.
Las acciones tanto diplomáticas cuanto militares desplegadas por Antonio José de Sucre permitieron a los guayaquileños cumplir con su propósito de lograr libertad e independencia.
La Historia no ha sido muy generosa con Sucre en esta derrota, pero supo superar su errorpara ofrecernos más tarde su extraordinaria victoria en Pichincha, el 24 de mayo de 1822.
*Canciller de la Academia Bolivariana de América-Ecuador.